No pretende ser este el recurrente reportaje de verano. Al contrario, ha surgido fruto de la sorpresa y la indignación, de la enésima visita, la enésima, a un espacio que ha quedado en el recuerdo de los santacruceros y cada día se deteriora más: la plaza de toros.
"La vieja plaza de toros agoniza esta noche en blanco y negro... Escucho gatos, gatos mudos que hablan en mi mente... Solo confío en mis gatos, ellos no me fallan, me esperan cada día, los alimento, les doy cobijo, les doy cariño...". La frase está tomada del blog Malditodomingo y fue escrita en abril del año pasado. Habla de la "plaza de los gatos", únicos "habitantes" del recinto que, bien alimentados por anónimos vecinos, copan la zona de la antigua taquilla pero en realidad deambulan por toda la superficie. O sea, los más de 11.000 metros cuadrados de un recinto inaugurado en 1893, según el proyecto del arquitecto Antonio Pintor, donde ha habido "de todo". Toros hasta 1983, Carnaval, mítines políticos en la Transición, deporte -con el mejor boxeo y Juan Albornoz "Sombrita" a la cabeza, o lucha canaria-, conciertos de música y hasta circos.
Actos privados, pero, sobre todo públicos, un ámbito desde el cual se han impulsado varios proyectos de reforma y mejora nunca culminados. Por ejemplo, el de 1986, cuando el Ayuntamiento de Santa Cruz decidió transformarla en un coliseo para usos múltiples con capacidad para 10.000 personas. La idea fue incluida en el Plan Especial de Reforma Interior, el famoso PERI, ya que se consideraba un patrimonio a conservar. El consistorio reservaba para ello 35 millones pesetas.
En julio de 2008, hace ahora justo ocho años, siendo alcalde Miguel Zerolo y concejala de Urbanismo, Luz Reverón, el proyecto "Plaza de todos" de los arquitectos Antonio del Pozo, César del Pozo y Carlos Bernal se imponía por sufragio popular entre 35 iniciativas. Conservaba la fachada restaurada, a expensas de la aprobación de un Plan General de Ordenación que todavía hoy da "coletazos". E incluía una plaza pública junto al uso comercial y residencial.
Después, el proyecto para la construcción de viviendas, aparcamientos y zonas comerciales donde en la actualidad está la plaza, que incluía su demolición en parte, se quedó en alguna gaveta.
La última noticia , del pasado abril, apuntaba a que el Juzgado había decidido la venta por "trozos" de la es una propiedad privada muy dividida, entre unas 40 personas físicas o jurídicas.
La realidad (triste) es que hoy la plaza está destrozada, se cae literalmente cada día. La zona -donde un día hubo recintos de ocio- que da a la Rambla de Santa Cruz se ha convertido en un vertedero incontrolado. Y en la parte de la calle Horacio Nelson los árboles, como una gran buganvilla que obliga a agacharse para pasar, crecen sin medida, sin cuidado y en "modo selva". Todo ello ante la mirada atónita de chicharreros y visitantes, cada vez que transitan cerca de "la plaza de los gatos".