La vida de María del Carmen Peraza Marrero no ha sido fácil, como corresponde a quien se la ha pasado en buena parte "limpiando escaleras de rodillas para sacar adelante a mis siete hijos". Pero la vejez de esta chicharrera de 67 años apunta a muy dura. Primero por la muerte hace ocho años de su compañero y marido, Francisco Arteaga, que la dejó "solita". En segundo lugar, como consecuencia de un hecho fortuito: la caída en diciembre de 2013 por las escaleras de acceso a su vivienda en el bloque 39 de Santa María del Mar, en el Suroeste de Santa Cruz, que, dice, "me rompió las rodillas y la vida".

Esta mujer menuda y de ojos tan claros como expresivos no para de llorar cuando cuenta lo que le ocurrió. No hay manera de consolar a quien puede ser ejemplo de esas abnegadas madres canarias de una generación, la de posguerra, endurecida por las circunstancias.

"Pasé infancia y juventud en Tacoronte, me casé y llegamos aquí en 1965 cuando dieron las llaves de la barriada". Entonces, Francisco y Carmen eran jóvenes. Una vecina tercia: "No había ni ley de dependencia ni accesibilidad y las casas eran una bendición para gente con necesidad social que quería construir un hogar familiar".

La realidad hoy, medio siglo después, es que Carmen vive "cercada" entre escalones. Diez, solo para bajar o subir de su portal en la calle Columbrete, veinte para llegar a la carretera, otros treinta para ir a la farmacia... Una "cruz de cemento" para quien ya fue operada en su día de corazón. Explica que "en 2011 me intervinieron de la rodilla izquierda, me pusieron una prótesis y quedé muy bien después de la rehabilitación, no necesitaba ni muleta".

Pero en diciembre de 2013 llegó el día nefasto que la afectada recuerda entre lágrimas: "Me llevé la barandilla por delante y caí sobre las rodillas. Me operaron, pero la prótesis se rodó y quedé muy mal". Llora de nuevo para recordar que "sobrevive" a base de parches de morfina.

De sus siete hijos, cuatro varones y tres hembras, tres están en paro y "cuando viene les doy dinero para ayudarles. Qué voy a hacer como madre". Lo dice quien tiene que vivir con 600 euros mensuales de la pensión de viudedad y necesita compañía a todas horas. Recibe ayuda del servicio a domicilio municipal de lunes a sábado, pero, afirma, "tengo que pagar a otra chica para la casa".

Carmen pleiteó tras la caída y solicitó una indemnización al Ayuntamiento de Santa Cruz. Hace muy poco salió por fin la fecha del juicio, pero se ha vuelto a aplazar por falta de documentación. Esta noticia la ha hundido anímicamente otra vez.

Entre bloques, sin rampas de acceso y con la necesidad de subir y bajar a diario escaleras que se convierten en trampa mortal para mayores. "Maldita barandilla", no se cansa de repetir Carmen.