Las redes sociales "echaron humo" durante todo el día de ayer con mensajes del siguiente tenor: "¿Han tirado los gatos a los contenedores de escombros?", "¿quién ha ordenado tapiar la plaza de Toros?" o "¿es de titularidad privada o pública?". Los difundieron colectivos animalistas, con respuestas más o menos tranquilizadoras, respecto a la colonia de aproximadamente veinte felinos que se encuentran dentro del recinto en estado casi de ruina de la Rambla. La única medida a tomar, según las protectoras, es "¿cómo podemos entrar para sacarlos de ahí?".

Cuando los trabajadores comenzaron ayer a tapiar la zona de la antigua taquilla para continuar con las obras que garanticen la seguridad en el inmueble, a instancias de la Comunidad de Bienes y previo aviso del Ayuntamiento de Santa Cruz, cundió la alarma.

"Por fortuna -explican fuentes animalistas- han dejado abierta la zona trasera ya que de lo contrarío tendríamos un problema para la supervivencia de esta colonia de gatos". Añaden que "no solo gente con buena voluntad les pone un plato de comida (de humanos muchas veces, algo que no se debe hacer) sino que, con un asesoramiento veterinario, hay voluntarios que alimentan a la colonia de gatos, cuyo hábitat es la calle y están adaptados a esa forma de vida". La iniciativa se enmarca en el proyecto estatal Captura, Esterilización y Suelta (CES) para controlar y reducir esas colonias.

Reducir y controlar hasta un punto porque las protectoras ponen un ejemplo real: "Llegó un nuevo presidente a una comunidad de vecinos de la ciudad y eliminó la colonia de gatos. Al poco tuvo que llamar a una protectora para recuperarla porque propició una plaga de ratas".

"No hay que alarmar porque no hay ninguna matanza de gatos ni han tapiado con ellos dentro -valoran las fuentes respecto a la plaza de Toros-, pero sí estar prestos a sacarlos de allí para esterilizarlos y devolverlos a la colonia".

"La ventana de la zona trasera es la clave -concluyen-, porque si se cierra estaríamos ante una exterminación. Ahí hay gatos mansos, asilvestrados, agresivos, grandes y chicos. Su futuro está en manos de personas con más o menos buena voluntad, en este caso unos obreros que no tienen por qué saber cómo actuar. Hay que entrar allí y hacerlo pronto. Los dueños podían haberse planteado esto primero y luego proceder a tapiar".