Rocío tiene miedo. Por ella y por su hija de seis años con la que vive en un piso del centro de Santa Cruz. Hace casi 14, desde que lo compró en 2003, es vecina -puerta con puerta- de una mujer, hoy con 78, que "tiene una esquizofrenia diagnosticada". La situación ha ido a peor hasta que hace quince días, la policía local y los bomberos accedieron a la vivienda y la trasladaron a urgencias de La Candelaria. Allí sigue, dada de alta "pero no saben qué hacer con ella", dice.

Rocío -sale "a escondidas y con mi hija protegida detrás de mí para despistarla"- recoge firmas y ha presentado "decenas de escritos": al IMAS, a la UTS, a la Comunidad -"lo saben, pero no se han movido"- y en dos ocasiones, el pasado agosto y hace unos días (el 17), a la Fiscalía. Salvo esta última institución, "todos me dicen que no pueden hacer nada sin que la incapacite un juez, que tiene una buena pensión, que hay casos peores y si pretendo que la maten. Hasta que me plantee irme de mi casa sin ser culpable del calvario".

Al visitante lo recibe una entrada sellada, un fuerte olor a productos químicos y cierto agobio porque todo está cerrado y casi a oscuras a las diez de la mañana. Cruzar la puerta que da a la terraza del patio interior muestra un "cementerio" de pequeños insectos y en una ventana con estor pueden adivinarse las sombras de cientos de cucarachas. Rocío dice: "Aquí hay de todos los tamaños, hasta albinas, y moscas para dar y tomar". Cuenta anécdotas que no es necesario reproducir.

Recuerda: "Vivía con su madre hasta que murió y ya daba problemas. Va con un aro de aluminio en la cabeza porque dice que le lanzamos rayos por el telefonillo o que la quieren matar porque tiene petróleo. No se ducha hace meses ni saca la basura. Se hace caca y pis dentro y fuera de su casa, y también está desorientada". El viernes 14, relata Rocío, "llevaba cuatro días escuchando ruidos de llaves. Era ella e insistí hasta que vino emergencias. Toda la vivienda estaba llena de caca, pis y basura. Hasta la cama".

Una empresa de limpieza sacó lo más grande y el lunes vinieron a fumigar. "Me dijeron que nunca habían visto una casa así", asegura. La vecina sigue en La Candelaria, pero "regresará y tengo miedo". Miedo de la puerta de al lado.