Entrar en la casa de Adoración Fariña, como hizo ayer EL DÍA, permite observar un mundo de doble oscuridad: la real, con casi todo cerrado, lo cual impedía el paso de la luz al mediodía de una luminosa mañana, y la moral, por el estado de abatimiento de quien reside desde hace cuatro años de ocupa en este inmueble de la calle Mesonero Romanos, en el barrio de Santa Clara de Ofra-Costa Sur. Lo hace con sus dos hijos menores, hoy de 17 y 10 años y desde aquel momento, octubre de 2012, sin luz y sin agua. Esto último es lo que la obliga a vivir rodeada de garrafas. Incluso en el baño, donde este periódico lo pudo comprobar directamente.

Adoración, a la que llaman "Guiri", tal vez por su piel blanca y sus ojos claros, se emociona al contar su historia: "Ya me desahuciaron de un piso en El Cardonal, La Laguna, hace cuatro años. Debo pagar, tras el acuerdo, 50 euros mensuales de un total de 40.000. Todavía me quedan algo más de 38.000 de deuda".

La situación, con dos hijos pequeños (de 6 y 13 años entonces), la llevó a donde le dijeron que había una casa vacía: "Una pareja estuvo antes que yo después de la muerte del propietario, un señor que vivía solo en condiciones lamentables. Y la comunidad, que pago y con la que me llevo bien, como con todos mis vecinos, lo puede corroborar. Entré aquí el 5 de octubre de 2012".

Muestra fotos de cómo encontró la vivienda que poco comentario merecen. Su estado era "horrible". "Poco a poco la he ido arreglando y mis hijos y yo estamos empadronados".

En este piso tuvo que afrontar poco después de ocuparlo, a finales de 2012, una denuncia. La posterior sentencia judicial "me dio la razón en el contencioso con un hijo del dueño. Me pedía 3.000 euros y hasta cárcel, pero el juez me absolvió y de esta persona nunca he sabido nada más".

Con esa sentencia, Adoración fue a Viviendas Municipales a intentar regularizar su situación: "Ya me dijeron entonces que era complicado por ser ocupa y lo entiendo. Pero no tengo a donde ir y mis hijos no merecen vivir esto. No quiero ni premios ni regalos, sino que me pongan el agua potable".

La vida de Adoración casi se resume en un ir y venir entre garrafas de agua. Tiene cientos vacías en la solana. Valora: "La luz muchas veces es un lujo, pero sin agua no se puede vivir. Es un derecho humano básico como la vivienda. Ni he robado ni he matado a nadie y solo pido eso".

En la UTS municipal, la trabajadora social "me dijo que mi caso no les correspondía a ellos sino a Viviendas o al ayuntamiento en sí. El IMAS me facilitó un abogado de oficio que se ha portado muy bien e intenta hacer algo por mí. Pero, por ahora, sin resultado".

Otra administración a la que se ha dirigido es la regional, en concreto la consejería de Políticas Sociales del Gobierno de Canarias. Lo relata: "Pedí una reunión con la consejera y vicepresidenta, Patricia Hernández, pero solo logré que me llamara su secretario. Me dijo que iba a ver mi caso, pero como era cosa del Ayuntamiento de Santa Cruz no podían hacer nada". También ha pedido esta vecina una cita, sin éxito, con el alcalde de la capital tinerfeña, José Manuel Bermúdez.

Adoración acaba de quedarse de nuevo sin trabajo y se ha visto otra vez abocada al paro. En estos momentos arregla la solicitud de la ayuda familiar de 426 euros. No da para pagar la luz y el agua, aunque ese es un gasto que de momento no tiene que afrontar cada mes. Bien a su pesar.