"Han sido tres días durísimos porque se ha vinculado a nuestro colectivo con la aparición de estos alimentos del FEGA junto a contenedores de basura. No lo podemos permitir. Ni por los 1.888 usuarios actuales ni por los voluntarios, jóvenes en su mayoría y sus padres, familiares o amigos que preguntan cómo es posible que tiremos la comida". Así se manifestó ayer Nelson Concepción, presidente de la ONG Sonrisas del Suroeste. Muy cerca de su sede en el barrio de Santa María del Mar, a unos entre 600 y 800 metros ha aparecido de forma consecutiva durante tres días -martes, miércoles y jueves- comida no perecedera, hasta un total de 65 kilos, depositada junto a recipientes de basura.

"La gente en el barrio vincula a nuestra ONG con lo ocurrido y eso indigna", apunta Concepción quien añade: "Hemos enviado escritos al Banco de Alimentos y a la Unidad de Control del FEGA, además de ponerlo en conocimiento de la concejala de Seguridad de Santa Cruz, Zaida González, quien nos recomendó presentar una denuncia. Así lo hemos hecho en la comisaría de la Policía Local de Añaza".

En ese escrito, Sonrisas del Suroeste especifica los números de cada uno de los lotes encontrados que es, asegura el presidente de la ONG, "como una matrícula que identifica por colores, logos y un número de registro".

Para Concepción, "esto es muy triste y desanima a cualquiera. A ello hay que unir los daños que causaron el mes pasado en el furgón que nos donaron para repartir alimentos. Está hecho con la mala intención de perjudicarnos no sé por quién ni con qué intención. El propio FEGA nos ha felicitado por nuestro buen trabajo. Eso es una satisfacción; lo otro nos hunde".

Concepción quiere dar, pese a todo, un mensaje de optimismo y confianza "a los voluntarios y sus padres, así como a los vecinos del barrio para seguir adelante y responder a esta atrocidad con el refuerzo de nuestra tarea". Para concluir, una advertencia: "Nos planteamos no recibir más alimentos de Europa y darnos de baja del Banco de Alimentos porque no nos sentimos respaldados. Desde el primer día debieron salir a la palestra para garantizar el control de los productos que nos dan para repartir a los desfavorecidos".

Las "huellas" de tres días "de contenedor"

Estos paquetes con productos no perecederos -judías, garbanzas, lentejas, arroz...- aparecieron durante tres días consecutivos -15, 16 y 17 pasados- depositados junto a los contenedores más cercanos a la sede de la ONG Sonrisas del Suroeste en la calle Chirama, en concreto, "al final de Columbrete y ya en la esquina con Chaxiraxi"./ jesús adán

Una "mano negra"

Hernán Cerón, presidente del Banco de Alimentos, lo resume en una frase: "Estamos consternados. No hay ninguna justificación ni al robo en García Escámez ni, como ha pasado ahora en Santa María del Mar, al mal uso de alimentos que deben tener como destino a los desfavorecidos. Alguien ha intentado perjudicar a un colectivo, Sonrisas del Suroeste, que hace las cosas bien. No es porque lo diga yo, sino que lo hemos podido comprobar con nuestras inspecciones sobre si la comida llega a los necesitados. En poco tiempo han pasado de algo más de doscientos usuarios a casi 2.000. Una gran satisfacción y un orgullo para Nelson Concepción y su equipo". Indicó Cerón que "hace más o menos un mes atacaron el furgón que les donaron para el reparto y vinculo eso con estos actos". Adelantó: "Ya hemos compensado a África Fuentes después del robo con la entrega de productos de primera necesidad". Concluyó así: "Con los alimentos del FEGA no se puede jugar y garantizamos el control de todos los colectivos que están registrados en el Banco de Alimentos".

"Una señora mayor"

"Es una señora mayor que recoge comida de distintos sitios: ONG, Cáritas de Añaza... La llenan de grano y como no hay control sobre eso, pues la tira". Lo aseguraron ayer desde otra ONG del Suroeste, Ayuda a las Familias Chicharreras, desde donde añadieron: "Siempre hemos denunciado estas cosas por la mala organización en el Banco de Alimentos, el descontrol de las entidades que reparten y la saturación de los asistentes sociales a los que, además de atender a las familias en cuanto a las muchas ayudas de cualquier índole, les dieron el trabajo de los vales para la recogida de alimentos". Valoran que "las ONG sabemos mucho mejor que ellos quién lo necesita y quién no por el entorno, donde hay desde hijos que hacen cáncamos o viven en el domicilio y trabajan, pero están empadronados allí. A ellos los engañan. Y como esta señora hay muchos que lo tiran entero dentro del contenedor y no lo dejan fuera en una caja".