La anécdota la cuenta Jesús Soriano, Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo del Grado 33 del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, o sea, "el líder" de la masonería nacional que ha estado de nuevo este mes en la isla para encabezar el XII Convento de los masones españoles: "Vi a una señora mayor, bien vestida, que al pasar por delante de uno de los retratos de la exposición -Rostros de la Logia Añaza celebrada en 2015- dijo entre dientes la palabra traidor referida a una persona que fue falangista y represalió a sus propios hermanos después del golpe de Estado de 1936. Solo una muestra de lo viva que está, y no solo entre sus familiares y descendientes, la memoria de los miembros de la Sublime Logia Capitular Añaza 270 y, sobre todo, de su labor benefactora en la sociedad tinerfeña, en general, y santacrucera, en particular"

Durante la recien-te Tenida de homenaje celebrada en el Real Casino, uno de los momentos culminantes y especialmente simbólico llegó cuando Soriano depositó en la silla que simbolizaba a la Logia desparecida un documento con la relación de los 610 masones que formaron parte de ella en el período comprendido entre su creación, en 1835, y su final tras el golpe franquista de 1936.

De Enrique Abad, el primero de la lista, a Amado Zurita Colet, que la cierra, se desgrana buena parte de "la flor y nata" de la sociedad tinerfeña de finales del XIX y principios del XX. Un siglo entre dos centurias en el que estos prohombres buscaron la luz de la sociedad justa desde este rincón del Atlántico con el Templo de la calle San Lucas como simbólico faro.

Comerciantes, médicos, políticos... Gentes ilustradas que intentaron transmitir sus conocimientos y su filosofía al pueblo llano.

Apellidos de prestigio como Schwartz, Guigou, Dugour... Extranjeros, muchos de ellos, pero con arraigo familiar en la isla. Judíos, católicos o agnósticos unidos por un lema: "Construyendo el templo de la luz".

Jesús Soriano se confesaba "emocionado" por estar de nuevo en la tierra de sus "hermanos de la Logia Añaza" y especialmente "en el Templo de San Lucas, 80 años después, entre muros manchados con su sangre".

Soriano lo tiene muy claro: "Les debíamos un homenaje de desagravio y respeto".

A quienes, por ejemplo, "fundaron el Real Casino o Radio Club Tenerife, dieron el paso decisivo para abolir la esclavitud en Cuba o trajeron a las islas las ideas de profunda reforma educativa de la Institución Libre de Enseñanza". Sin olvidar, añadió, "su lucha por mejorar la educación del pueblo y buscar la prosperidad de los menos favorecidos. Creando escuelas de alfabetización o un taller de ebanistería de gran fama. Prohombres, en resumen".

Explicó que "entonces, por precaución, todos tenían un nombre simbólico. Hoy, por fortuna, eso ya no es tan necesario".

Calificó la Tenida Fúnebre de "un acto muy entrañable con más ciudadanos que masones. Vi gente llorando, descendientes de aquellos hermanos asesinados en el año 1936".

Los miembros de la Logia Añaza ya tuvieron un primer homenaje de "desagravio" entre el 9 y el 30 de abril del año pasado con ocasión de la exposición "Rostros de la Logia Añaza".

Durante esos algo más de veinte días de 2015 pasaron por la Sala MAC, escenario de la exposición, un total de 1.284 visitantes, según el trabajo estadístico que realizaron los alumnos del Proyecto de Dinamización y Sensibilización turística para visitantes y población local que se encargaron aquellos días de las labores informativas, de atención al público y de recopilación de datos.

La mayoría de los asistentes a la muestra se concentró los días 23 y 24 debido probablemente al impulso que supusieron las visitas guiadas al Templo Masónico de la calle San Lucas que se organizaron por aquellos días.

El arquitecto Carlos Pallés fue el comisario de aquella exposición y recuerda que "se planteó como un homenaje a los masones de la Logia Añaza y en relación con la rehabilitación del Templo de San Lucas". Recuerda que "se expusieron los retratos de los masones más destacados de la Logia y esos listados de hermanos entre 1835 y 1936. A eso se añadieron paneles informativos y fotográficos de la historia de la Masonería en Canarias, del Templo de la Logia Añaza y de su estado actual".

"El objetivo -apunta Pallés- era recuperar la memoria histórica y honrar a unos vecinos que, por el mero hecho de ser masones, sufrieron injustamente una dura y larga persecución, así como reconocer el coraje de sus familiares y amigos que durante todos estos años supieron ayudarlos y apoyarlos".

Insiste el comisario en que "para que nunca se vuelva a repetir lo que ocurrió y para la normalidad constitucional de la España democrática actual se pueda decir aquella frase que se podía leer en La Gaceta de Tenerife el 28 de diciembre de 1935: (Aquí en Santa Cruz de Tenerife), nadie se ofendería de que se le llamase masón; por el contrario, tienen a honra decir que lo son".

Pallés recuerda que "tuvo una gran aceptación social de acuerdo con los comentarios de los visitantes, recogidos tanto verbalmente como por escrito en las más de treinta notas del libro de honor, todas ellas con el sentido de agradecimiento, reconocimiento y apoyo".

Pallés reconoce que "en el momento del encargo no éramos conscientes de la gran dificultad que supondría disponer de fotos de los masones de la Logia Añaza porque la gran mayoría estaban destruidas o extraviadas. En los archivos del Centro Documental de la Memoria Histórica solo se encontraban un par de imágenes identificadas. Al final, con la inestimable ayuda de Carlos Benítez (historiador y asesor de la exposición) y la aportación de Gaviño y Franchy Editores, el esfuerzo de búsqueda en todos los archivos, libros, documentos e internet conseguimos reunir unas 70 fotografías".

Pallés explica que "fueron muchos los familiares y amigos de los masones de la Logia Añaza que se interesaron preguntando cómo podían ayudar facilitando fotografías y datos. Incluso, en algunos casos, trayendo la única fotografía original que tenían para que la escaneáramos y autorizarnos a utilizarla en próximas exposiciones y en el libro que se elaboró para resumir esta muestra de la MAC".

También se dio el caso, añade el arquitecto, de "personas que nos solicitaron fotos de sus familiares porque no tenían ninguna y la única que han visto es la de la exposición, lo cual añadió grandes dosis de emoción en algunos casos concretos de quienes colaboraron. En otros casos preguntaron interesándose por algún familiar del que ni siquiera conocían su pertenencia a la Masonería".

Agradecimiento es la palabra que más repite Carlos Pallés Darias a la hora de glosar el trabajo intenso para hacer realidad esta compilación que ha servido de impagable base de datos de los que fueron en su día miembros de la Logia Añaza 270.

Algunos de los que aparecieron en aquella muestra se "materializaron" desde el olvido gracias a sus familiares.

Fue el caso, como meros ejemplos porque hubo más, de Emilio Díaz Mora, Nicolás Castro Febles, Francisco González Fernández-Trujillo, Manuel Quintero, Enrique Álvaro Álvarez, Otilio Arroyo Herrera, Eladio Arroyo Herrera y Gabriel Mejías Fragoso.

Una vez que se cumplió con el homenaje público a los miembros de la Logia Añaza, el siguiente gran objetivo de los masones es la reapertura del Templo de la calle San Lucas como centro de documentación y archivo, abierto a la ciudadanía. Un proyecto en el que hay plena coincidencia con el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife.

Jesús Soriano Carrillo, un habitual en las visitas a la capital tinerfeña, permaneció unos días más tras el Convento celebrado en Santa Cruz para asesorar sobre los proyectos de rehabilitación, lo cual, asegura, "agradezco al alcalde, José Manuel Bermúdez". No tendrá voto pero sí asesorará desde su conocimiento de la simbología masónica y la condición de experto en su profesión, la geología.

En total han sido ocho ideas las presentadas tras la apertura de las plicas y a mitad del mes de diciembre se elegirá la que desarrolle la reforma del símbolo de los masones en España y parte de Europa o Latinoamérica, que van a colaborar en los trabajos. Con financiación y también con el seguimiento del proceso. Todo "en homenaje a nuestros hermanos".