Tal vez la gran mayoría de ciudadanos de la capital lo desconozca, pero casi el 50% del agua que consumen procede de la desaladora que gestiona Emmasa en el puerto de Santa Cruz, una instalación que se puso en marcha en 2001 y que, en estos momentos, procesa 24.000 metros cúbicos de agua del mar cada día.

Juan Ayala, responsable de operaciones de la desaladora, y Daniel Montoro, técnico de Producción, avanzan, no obstante, que dentro del plan de inversiones de Emmasa está prevista una partida destinada a incrementar la cantidad de agua desalada, que alcanzaría, a medio plazo, los 28.800 metros cúbicos. La intención es que, en el futuro, esta cantidad llegue a los 48.000.

"Liberaríamos agua de otras zonas de la Isla, que se verían beneficiadas de esta reducción", enfatiza el responsable de la operaciones.

El agua que se desala en la planta de la capital, que se consume al completo en Santa Cruz -no hay trasvases- se extrae de los diez pozos con los que cuenta la instalación, que cuentan con una profundidad de 30 metros.

Ahí se inicia un largo proceso de filtración en la que se aplica la osmosis inversa para dejar el agua libre de sal y casi preparada para el consumo humano. Ayala y Montoro lo explican así: "Tras extraerse de los pozos, el agua supera dos etapas con filtros de arena y arena y antracita. El paso siguiente es una adición de reactivos (antiincrustante), para, después, pasar una segunda filtración con filtros de cartuchos. Culminado este proceso, se inicia la desalación propiamente dicha, para la que nosotros usamos la osmosis inversa. El agua pasa por unas membranas a una presión de entre 65 y 70 kilogramos por centímetro cuadrado. Esto se hace en tres líneas de bastidores, con 96 tubos cada uno de ellos".

El agua que supera este proceso está ya desalada, pero aún no es apta para enviarla a la red, pues tiene que adaptarse al Real Decreto 140/2003. Para ello se envía a un nuevo depósito en el que se "mineraliza". La sal sobrante (salmuera) se devuelve al mar.

"Del agua del mar que captamos aprovechamos un 47%, el resto es salmuera", precisa Juan Ayala, quien detalla también que el agua desalada se envía a cuatro de los depósitos que tiene la compañía en la capital: Fumero, Plaza de Toros, Salamanca y Cueva Roja.

Tanto Ayala como Montoro insisten en que a lo largo de todo el proceso de desalación se intenta minimizar el gasto de energía, pero logrando un agua de mayor calidad. Y para ello se ha invertido últimamente en nuevas membranas para el proceso de osmosis inversa, con las que se ha logrado reducir el consumo eléctrico de 4,5 Kw/h a 4 Kw/h por metro cúbico producido.

En un año, en el que se producen 7 millones de metros cúbicos de agua desalada, el ahorro equivaldría al gasto medio de electricidad de 600 familias.