A pesar de las dudas que se mostraron inicialmente sobre la actuación de la Policía Local de Santa Cruz, Salud Pública ha avalado la intervención que realizaron agentes de este cuerpo el pasado 21 de marzo, quienes detectaron un camión que transportaba alimentos perecederos en el que se había perdido la cadena de frío.

Como se recordará, y según el acta levantada por los agentes, el medidor de temperatura marcaba 12 grados, pero el acuerdo sobre transportes de mercancías perecederas de 2013 establece que "el queso no puede exceder de 6 y la mantequilla debe estar a -10. Y el chófer manifestó que podía llevar los artículos entre 2 y 8 grados".

Además, el equipo de frío no funcionaba porque el camión no arrancaba y se solicitó la presencia de los inspectores de sanidad municipal. Este camión frigorífico dispone de dispositivo térmico no autónomo; si no está arrancado, no refrigera.

En un primer momento, los inspectores del departamento autonómico no acudieron al lugar en el que los policías habían detectado la incidencia, pero sí al taller al que se derivó el vehículo, para comprobar el estado de los alimentos.

Según fuentes consultadas ayer, las actas de inspección levantadas por Salud Pública reconocen que hubo una pérdida de la cadena de frío e instan a que se proceda a la destrucción de la mercancía que necesitaba frío para su conservación "de manera voluntaria".

La denuncia había sido publicada el pasado 6 de abril por este periódico, un día después de haberse tenido conocimiento de un hecho similar, también denunciado por los agentes locales.

Según manifestó el conductor, los destinatarios de los seis palets de comida -alrededor de una tonelada- eran un hospital, varios supermercados, cafeterías y un hotel, todos en la capital tinerfeña.

Las fuentes consultadas ayer aseguraron que 779 kilos de los alimentos que transportaba el camión, en su mayoría quesos, huevo pasteurizado, mantequilla y yogur, fueron destruidos el 22 de marzo en el Complejo Ambiental de Arico, gestor autorizado.

En total, el camión transportaba 1.588 kilogramos de alimentos, de los que ya se habían repartido antes de la incidencia 500. Los 256 que no se destruyeron se corresponden con productos que no necesitan temperatura regulada.