La sensación de "fotografía congelada" en el tiempo acompaña al recorrido de EL DÍA el pasado viernes por Barranco Grande. Este es el segundo barrio más poblado del Distrito Suroeste de Santa Cruz, tras Añaza, con 9.000 empadronados. Unos vecinos representados por la AV El Molino cuyos directivos lo ven "peor que hace dos décadas". Acompañan durante un recorrido con el paisaje de fondo del recurrente rabo de gato. Un núcleo cada vez más residencial, pero con grandes espacios aún por urbanizar. Lo resumen: "Ha venido mucha gente, que paga sus impuestos, pero no se ha dotado de los servicios básicos".

Ana María Concepción, presidenta, y Francisco García, vocal, ejercen de anfitriones en la ruta. Esta comienza por el entorno del colegio Bethencourt y Molina. En concreto, en la calle Tadorna, cuyos márgenes de las aceras están a primera hora llenos de basura, papales, hojas.. "Dicen que barren tres veces en semana pero no es verdad". Lo asegura Ana quien señala la plaza cercana al centro educativo, un vertedero y los contenedores. "Ni uno nuevo porque aquí traen lo que sobra en el centro", valora.

Al llegar a la puerta del CEO, una pregunta de García: "¿Es de recibo este acceso a un colegio en el siglo XXI?" Se refiere a al espacio con apenas una veredita empichada por donde entran cada día los chicos. Y en la trasera, "no pueden acceder las emergencias; si hay una desgracia, ¿quién será el responsable?".

Segunda etepa: la plaza de la iglesia "por llamarla de alguna manera, porque aquí no hay ni plazas ni parques". Este espacio deteriorado, "que no se toca hace más de 30 años y con el pavimento levantado, es lo único que tienen mayores y niños". En una esquina, síntomas de marginalidad entre jóvenes "abocados al paro en su mayoría". Y cierta "inseguridad en aumento. Llamamos a la policía, pero no viene". Añaden que "el Día de la Cruz tuvimos que barrer nosotros delante del local social".

El sentimiento es de "abandono" por las instituciones. Primero, el ayuntamiento, pese a que "pagamos los mismos impuestos". Dicen haber presentado multitud de escritos en la oficina del Distrito y "allí aseguran que los han respondido todos, pero no lo vemos. Solo sentimos desprecio por no ser afines y una visita cada cuatro años para pedir el voto". Pero también hay críticas al Cabildo o a una oposición municipal que "ni siquiera viene por aquí".

"Hace muchos años -añaden- que pedimos que el municipio asuma la carretera de El Sobradillo, la 232, del Cabildo, para mejorar en servicios. Por ejemplo, tendremos que pagar como el año pasado 60 euros para sacar en procesión a San Felipe el 30 de mayo. Así que por lo menos que la limpien. Hay peligro porque carece de aceras y faltan pasos de peatones, algunos comprometidos desde hace cinco años como el que lleva al campo de fútbol".

El anuncio de que una parcela en la zona albergará la futura Ciudad de la Justicia despierta escepticismo: "Solares municipales hay, como el prometido para equipamiento social y un parque desde que Maribel Oñate era concejala".

La ruta sigue por calles como La Ceiba urbanizadas a la mitad, "un fleco que dejó Prosa", apuntan, o un polideportivo, el Domingo Mena, "tan abandonado que no le queda ni el nombre". Esta instalación forma parte del parque de Las Veredillas que prevé el PGO de las Hespérides hacia abajo, hoy solo una enorme parcela con rabo de gato.

Denuncian a los "desaprensivos" que aparcan en triple fila delante de las paradas de guaguas, "cuyo servicio se ha reducido hasta el punto de que para ir a rehabilitación a San Juan de Dios hay que hacer cuatro transbordos. El tranvía ha beneficiado en otras zonas , pero no aquí".

García concluyó: "Nos debemos a nuestros vecinos y esperamos que tengan memoria en el futuro. Cuando oigo lo de corazón de Tenerife, al ver mi barrio digo que ese corazón es arrítmico".