Son mujeres y la mayoría ya veteranas. Recuerdan cuando eran niñas en el colegio -era otra época porque ya no se enseña- o la curiosidad les ha llevado a iniciarse en este mundo. Más de treinta vecinas del municipio, desde Los Lavaderos o el barrio del Perú hasta Santa María del Mar. en el Suroeste, "se pasan las tardes bordando". El nexo de unión es Ana María Concepción, la monitora. Explica que "hace veinte años, a raíz de un problema de salud, tuve una bajona y el médico me recomendó entretenerme. Siempre me gustó bordar y así empezamos". Ese inicio tuvo lugar en la sede de la AV Las Palmitas, en el Perú, donde el pasado lunes inauguraron otra muestra de sus trabajos. "Manteles, caminos de mesa o cualquier decoración sobre telas", afirma Ana. La monitora recuerda: "De esa época quedan Guadalia, Ángeles, Patri o Armita, las puntales. Pero se ha incorporado gente nueva y hoy tenemos trece alumnas". Agradece a Plácido Montesdeoca, presidente de Las Palmitas: "Siempre nos cede el local", dice, y a José Carlos Acha: "El único político que responde a nuestra llamada anual. Vino con Zaida González, también del PP".

En Los Lavaderos (Centro-Ifara), Ana imparte clases -"gracias a Acha"- por segundo curso consecutivo a "otras siete alumnas. Llegaron a ser diez, pero algunas lo han dejado".

Esta mujer "incombustible", también enseña en Ciudad Satélite, colectivo de Santa María del Mar, "por iniciativa de la concejal del Suroeste, Gladis de León" a otras diez mujeres. "Hay que mantenerlo", valora, "lo mismo que el curso de trajes tradicionales que tenemos en El Molino de Barranco Grande -es la presidenta-. Porque yo sé bordar, pero no coser, y ahora aprendo con la monitora, Carmen, palmera de Los Llanos, a hacerle un traje a mi nieta".

Ana valora: "Cuando Hermoso era alcalde todas las asociaciones tenían actividades. Luego se perdió y parecen querer retomarlo. Es clave para el movimiento vecinal". Anima a "quien quiera, también a los hombres, a acercarse al bordado porque es apasionante". Y recuerda, por último: "De niña me escapaba para aprender porque mi madre me mandaba a trabajar en el campo y no había tiempo para bordar. Hoy agradezco poder transmitir lo poco que sé y mi tiempo libre lo dedico a eso. Es el único vicio que tengo".