"Hemos sido un barrio que ha pedido todo de manera honesta. Y ya está bien". Así resume una vecina de La Quebrada, en María Jiménez, la indignación que hay entre los residentes en el barrio por varios asuntos que les afectan a diario. Algunos de ellos colean desde hace años, como el aparcamiento; otros, como los ruidos del puerto, se han sumado después.

Sobre el primer asunto, los residentes en el "zona pobre" de María Jiménez critican que el ayuntamiento se haya "lavado las manos" poniendo una señal de prohibido estacionar en la zona de estacionamientos que hay a la entrada del barrio.

La medida se aplicó después de que se detectaran unas grietas de considerable tamaño que los vecinos atribuyen a la mala cimentación del espacio. "No se le puso hierro cuando se hizo la obra", aseguró un residente, en una visita que realizó esta semana al lugar el portavoz socialista, José Ángel Martín.

El parquin, con capacidad para unos 25 vehículos, es un desahogo para los vecinos, pues la estrechez de las calles y la ausencia de otros espacios les impide dejar sus coches en otras zonas. "Prohibir aparcar no es la solución. Si esto estuviera arreglado podríamos estacionar casi todos aquí. Si vienen nos pueden multar", incidió otro afectado, que también puso en evidencia el otro asunto que les preocupa: los ruidos.

"Hay días en los que no se puede ni dormir. Acaban con nosotros", reclamó este residente en La Quebrada, en referencia a la actividad nocturna del Puerto de Santa Cruz. "Cuando vemos acercarse un barco con contenedores se nos erizan los pelos", aseguró.

En este caso, el portavoz socialista hizo mención a un compromiso que se alcanzó hace algunos años, cuando comenzó a desarrollarse esta parte del puerto, que establecía una paralización de los trabajos a partir de las 21:00 horas. Lejos de cumplirse, los vecinos aseguran que la actividad se incrementa por la noche.

Los otros asuntos que generan la preocupación de los residentes en La Quebrada tienen que ver con las lluvias y con los servicios públicos. En relación con el primer aspecto, los vecinos de la calle Lacio denuncian que desde que se urbanizó la calle Toscana (en la parte superior), sus casas son auténticos manantiales cuando llueve.

Especialmente compleja es la situación del número 27, "en la que el agua entra a chorros". "Hemos tenido que dejar de ir a trabajar o estudiar en ocasiones para achicar agua", aseguran sus propietarios, que están dispuestos a acudir a los juzgados para denunciar esta situación, después de que no hayan servido para nada sus quejas ante la Administración local. "La última vez nos dijeron que llamáramos a la Policía si volvía a ocurrir", subrayaron.

El segundo aspecto que denuncian está relacionado con un solar municipal que hay a la entrada del barrio, justo al lado del aparcamiento con problemas. La basura se acumula en él desde hace tiempo y, aunque responsabilizan de ello a la falta de civismo de los ciudadanos, lamentan que los servicios municipales no hayan actuado.

El edil socialista presentará un escrito reclamando la limpieza de este espacio, además de pidiendo el cambio de varios contenedores que hay a pocos metros y que están rotos. Aunque dará un margen "prudencial", la idea es llevar una moción con estos asuntos al pleno de septiembre.