"Hoy no se puede vivir de la mar. Está todo prohibido". Quien lo afirma es Manuel Fernández Melián, conocido en el mundo pesquero de San Andrés como "El Chocolate". A sus 87 años le sobran experiencia y recuerdos para hablar de una profesión que le dio de comer hasta que se jubiló -incluso después-, pero que ahora se enfrenta a momentos difíciles. Al menos en su pueblo marinero.

Aunque alejado ya de la mar debido a un ictus que sufrió hace dos años, Fernández no pierde detalle de los problemas a los que, una vez más, se enfrenta la Cofradía de San Andrés. Lo sabe por experiencia, porque él también los vivió.

"Desde hace 40 años nos quieren quitar de aquí, y ahí los tenemos -los barcos-", enfatiza este pescador. Y con cuarenta se refiere solo al tiempo que llevan los barcos de pesca en su ubicación actual, en la playa de Las Teresitas, de donde ahora podrían ser desalojados al carecer de licencia la Cofradía de Pescadores.

Allí llegaron, y él fue testigo, de la mano del ayuntamiento y con el respaldo de lo que antes era la Comandancia de Marina, porque "molestaban" en al antiguo muellito -en el frente del pueblo- cuando se amplió la avenida para comunicar San Andrés. Si no calcula mal, finales de los años 60. Unos años más tarde llegaría la arena amarilla. Pero los barcos "ya estaban allí".

No obstante, ese es el retrato más reciente. Antes, cuando Manuel se inició en la pesca, como sus abuelos, su padre y sus hermanos no había problemas para salir a pescar. "Había más libertad", confiesa. "Hoy todo es poner leyes".

Él era de los que practicaba la "pesca de costa", es decir que no salía a alta mar a hacer sus capturas. Lo que se cogía, bien con la red grande, con la chica-grande o con el chinchorrito -hoy prohibido- se repartía y vendía en el pueblo -pescados pequeños como las bogas- o en la Revoca. De allí salía luego para lugares como La Laguna o Candelaria.

Eran años en los que la "cofradía" que existía estaba en la calle Santa Lucía (o la Sombra), en medio del pueblo. Más bien era un lugar de reunión. Luego llegó la Guerra Civil y desapareció. Finalizada la contienda volvió a crearse, también en el pueblo, pues en su ubicación actual no se construyó hasta los años 80.

En esas fechas, en las que, según Fernández, todo el mundo vivía en San Andrés del campo y de la mar, los pescadores tenían como punto de referencia la casa de Juan López, un pequeño inmueble construido a lado del cementerio, en el que guardaban, entre otros aparejos, los parales (palo que tiene en medio una muesca que se unta con sebo para que, encajada en ella la quilla de una embarcación, se deslice y corra al botarla al agua o vararla).

De allí partieron hacia el mar embarcaciones como el "Mirlo", la "Amanda" o la "Corbeta", todas propiedad de Manuel. Esta última aún la conserva. Sigue en Las Teresitas, en un lugar al que llegó hace más de 40 años y del que, tanto "El Chocolate" como el resto de pescadores de San Andrés, esperan que no salga si no es para hacerse a la mar.