"La situación en cuanto a la actividad generada y la presencia de clientes ha mejorado los últimos meses con la gastronomía como eje más que las zonas de copas y ocio que eran antes la base. Lo demuestran iniciativas de dinamización como la I Ruta de la Tapa y los Cócteles de Película, en coincidencia con Fimucité que celebramos desde ayer sábado hasta el próximo 6 de octubre". Lo asegura César Gil Sansón, propietario de la Cervecería La Sureña y secretario de la Asociación de Empresarios de la Avenida Marítima (Aecam), que cuenta con 34 asociados y preside José Manuel Ramos, dueño de la emblemática Cafetería Manhattan.

Gil valora que "este cambio progresivo hay que consolidarlo. Con la apertura de más locales porque cuantos más mejor; hay público para todos". Añade que "en la zona transita mucha gente y de todas las edades, desde jóvenes a personas mayores".

Respecto a la I Ruta de la Tapa "de cine" en la que toman parte 17 locales señala que "a corto plazo no es una iniciativa rentable pero a la larga sí porque se hace una labor promocional, la gente viene, nos conoce y en la mayoría de los casos vuelve".

Esa fidelización es el objetivo de un colectivo que "está abierto a todos, no hay cuotas y resulta fundamental la unión para optar a ayudas". Al respecto resalta "la colaboración y sintonía con la Sociedad de Desarrollo". Siempre de la mano con el área que encabeza el concejal Alfonso Cabello, "hay proyectos atractivos en marcha como el de una fiesta de la música en octubre".

Gil apostilla: "Todos tenemos un tipo parecido de mobiliario y una gama de colores similar, que va de gris al blanco. Al margen de los puntos de alumbrado público, cada uno ha iluminado como considera mejor su local". En cuanto a la apertura "en nuestro caso abrimos todos los días aunque lo habitual es cerrar lunes o martes". La Cervecería La Sureña cuenta con 80 sillas en total, 40 fuera, en la terraza, y otras 40 en el interior. Un entorno con aceras grandes y capacidad de aforo.

César desmonta algunos mitos respecto al turista como cliente para atraer: "El crucerista no viene aquí. La Autoridad Portuaria nos prometió un acceso directo a la avenida pero no se ha concretado. Bajan del barco -los que lo hacen más o menos el 50%- y van directamente a las calles comerciales o a las excursiones programadas. Por lo tanto, es relativa la importancia de este turismo. Nos dirigimos más al cliente de aquí o a aquellos visitantes que no vienen en cruceros".

Nuevos tiempos y nuevo estilo para los poco más de un kilómetro (de La Alameda al Real Club Náutico) de la avenida Francisco La Roche, aunque sea conocida popularmente como de Anaga -a partir del cruce con la subida al barrio de La Alegría-. Nuevos conceptos del negocio de la restauración con empresarios en su mayoría jóvenes, y una media, salvo las excepciones de algunos veteranos, de entre cuatro y cinco años al frente del negocio.

Una zona de ocio histórica que ha recibido nuevo impulso. De pubs o discotecas a la restauración. Del conflicto vecinal por el derecho al descanso, que llevó a muchos establecimientos al cierre, a la tranquilidad. Del ruido a la insonorización y del ocaso al impulso de futuro. Es la avenida de Anaga y no estaba muerta. Solo aletargada.

Vecinos y turistas

"Ahora mismo tenemos una buena relación con los vecinos tras superar épocas muy oscuras como la del ruido o las obras". Lo recuerda el secretario de AECAM al referirse a la "captación" como consumidores de quienes residen en el entorno y han calculado en "unas 5.000 personas". Reconoce el empresario que "en su momento se hicieron muchas cosas mal en materia de ruidos, por ejemplo. Era un desmadre, con pitadas a todas horas o un tráfico muy complicado. Además el cierre de muchos locales llegó a convertir el entorno en inseguro. Ahora está todo mucho más tranquilo. El horario de apertura es limitado, hasta las 2:30 de la madrugada en verano y el resto del año a las 1:30. Y se cumple a rajatabla".