"Parecemos ocupas". Esa es la conclusión a la que han llegado varios vecinos del barrio de Nuevo Obrero, junto al Hospital Universitario Nuestra Señora de La Candelaria (Hunsc), que se vieron afectados por la instalación de la línea 1 del tranvía -hasta La Laguna-, hace ya más de una década.

Sus casas antiguas fueron expropiadas y posteriormente demolidas en el año 2004 para hacer viable la ampliación de la carretera que va paralela al tranvía. Fue un proceso "rápido", durante el cual permanecieron realojados en otros lugares de alquiler.

Sin embargo, su queja tiene que ver con lo que vino después, en concreto con una firma por la que llevan esperando, según relatan, desde el año 2005.

Ese año, los vecinos afectados recibieron las nuevas viviendas (seis), pero hubo que esperar casi nueve años para que tuvieran unas escrituras. Fue en 2014 cuando, tras muchas vueltas, lograron que estas fueran elaboradas por un notario.

No obstante, lo que parecía un simple trámite sigue sin concretarse. La razón, según detallan, es la falta de una firma "del Cabildo", que no llega "a pesar de que lo hemos intentado muchas veces". "Una de las vecinas estuvo durante varios días tratando de hablar con alguien del Cabildo al que le habían derivado en Viviendas Municipales, pero nunca estaba", critica.

"Y si hay algún problema, tampoco nos lo han explicado", subraya una de las afectadas, quien asegura que, a su entender, no existe ningún tipo de problema que impida esa firma. Lo afirma en referencia a posibles conflictos con herederos que, en casos similares, ralentizan estos casos.

"Todo eso está solucionado. La expropiación y todo lo demás fue muy rápido, pero las escrituras...", remarca.

La preocupación de los vecinos radica en que la falta de unas escrituras que acrediten la propiedad de las casas les impide, por ejemplo, el poder venderlas o poder avalar con ellas una hipoteca.