La estrella del Brillante se apagó ayer. La conocida y popular cafetería de la rotonda de la glorieta Pedro de Mendoza, en pleno corazón de la avenida de La Salle, echó el cierre tras veintitrés años de actividad. Bastantes para un establecimiento de este tipo.

Las razones que han llevado a tomar esta decisión dan igual. Con su final quedan atrás multitud de recuerdos para quienes frecuentaron una cafetería que, además de tener unos barraquitos de "reconocido prestigio", también ha contado siempre con un personal atento.

Por el establecimiento que impulsó Juan pasaron empleados como Paco, Federico, Fernando o Miguel. Todos con sus características; todos con amabilidad.

Así han sido también los últimos años en los que esta tarea ha correspondido a otros como Baldo y Yoel, que tomaron el testigo de Juan, y Tomás, Jordi, Luis y los dos David (el cocinero y el camarero).

En estos años, en los que el local también debió afrontar los rigores de la crisis, de los cambios normativos e, incluso, de la reforma que sufrió el entorno en el que estaba ubicado, se convirtió en punto de encuentro para quienes trabajaban en la zona y, sobre todo, en una referencia para carnavaleros rezagados y para aficionados del Club Deportivo Tenerife.

En una de las últimas citas del "Tete" en el Heliodoro, contra la Sociedad Deportiva Huesca, cuando el representativo aún aspiraba a colarse en los puestos de ascenso a Primera División, varios clientes comentaban en una mesa que celebrarían el salto a la máxima categoría en el Brillante. Sobra decir, que también en este caso, la luz se apagó antes de tiempo.

A partir de ahora, cada cual seguirá su camino, con su estrella, con su brillo. Tal vez en el futuro el Tenerife ascienda. Y habrá que celebrarlo. Pero no será en el Brillante. Al menos en el que se ha conocido hasta ahora.