"En toda esta vorágine pedimos que cuando se contrate se haga con un poco de criterio, sabiendo que hay tener unas medidas de seguridad mínimas". La afirmación la realiza Nicolás Ortega, miembro de la dirección de la empresa Dimurol, y con ella hace referencia al "boom" en la rehabilitación de fachadas que se está produciendo en la capital tinerfeña, unas intervenciones que, a su juicio, no siempre se realizan en las condiciones que deberían.

"Se puede caminar por muchas zonas de Santa Cruz en las que hay muchos andamios, pero me alarmo porque muchos de ellos da la sensación de que no se revisan", subraya el integrante de la dirección de Dimurol, que señala que "se debería vigilar más que las cosas se están haciendo bien, porque hay auténticas burradas".

La última intervención de Dimurol en la capital se realizó este lunes en la calle Suárez Guerra. Su labor permitió que la vía se pudiera reabrir al tránsito de vehículos y peatones a última hora de la tarde, después de que el domingo cayeran varios cascotes desde un edificio, ya asegurado.

"Todo este boom está generando que haya mucha competencia y con ello una especie de mercado negro", advierte Ortega, quien defiende que haya trabajo para todos, "pero que las cosas se hagan bien y ordenadas".

Nicolás Ortega, en todo caso, alerta de que Santa Cruz, en general, es una ciudad que está "muy abandonada". "Y lo peor no es solo eso, sino la falta de conciencia que tiene la gente" sobre sus propiedades, añade.

Como ejemplo cita a una señora que hizo una consulta sobre una intervención hace unos días. Al no convencerle la explicación, apeló al seguro de responsabilidad civil. "Un seguro que no servirá para nada porque en el inmueble no se actúa desde hace 25 años. Hay que hacer un mantenimiento", remarca.

En este sentido, el representante de Dimurol detalla que lo ideal es que cada diez años se realice una intervención en la fachada de los edificios, una medida que no siempre se cumple.

Nicolás Ortega cuenta que no siempre se puede actuar de inmediato para reparar los daños que se producen en los inmuebles afectados. Lo que se hace en un primer momento es un "aseguramiento preventivo". Y explica que los trámites se ralentizan si, como en el caso de Suárez Guerra, se trata de un edificio protegido, pues la intervención debe tener el visto bueno tanto del Cabildo como del ayuntamiento.

En los casos que no lo requiera, la actuación se aligera, pero aún así hay que esperar por la licencia de la Gerencia de Urbanismo, que suele ser rápida, aunque no tanto el permiso de ocupación de vía, que concede el área de Seguridad Ciudadana y Vial, Ordenación de la Circulación, Protección Civil y Movilidad.

Fundada en 1992, Dimurol se ha convertido en una empresa muy reconocida en este subsector de la construcción y en el deporte canario por el patrocinio que brinda a varios equipos de distintas disciplinas -casi 50.000 euros en 2018-.

Durante este tiempo, también ha ampliado sus ámbitos de intervención, pues no solo rehabilita fachadas, sino que reforma todo tipo de locales y, próximamente, va a comenzar a construir 18 villas en Amarilla Golf y dos en El Sauzal. "Estamos capacitados para que cualquier ayuntamiento de la Isla que lo precise solicite nuestros servicios", comenta Ortega.

Entre las intervenciones más destacadas realizadas en Santa Cruz, el integrante de Dimurol recuerda una de 2007 en la Sociedad de Desarrollo; otra, unos años más tarde, en la calle Castillo, en el inmueble que ocupaba Zara; y una más en el hotel Adonis, en la plaza de la Candelaria, el año pasado.