Sin hacer mucho ruido y envalentonadas por el amor que las une, Nancy y Carmen acaban de romper todos los esquemas del rincón más rural de la capital mexicana, al protagonizar la primera unión civil homosexual de la delegación de Milpa Alta, un distrito marcadamente indígena y religioso.

Acompañadas del hijo de Carmen, fruto de una anterior relación, y de sus amigos, las dos mujeres se unieron ayer en una sociedad de convivencia, una fórmula con la que desde hace dos años Ciudad de México permite a los homosexuales tener los mismos derechos y obligaciones que los heterosexuales en materia conyugal.

La "boda", que estuvo rodeada de secretismo pero que no pudo evitar la cobertura de los medios de comunicación, fue solemne, pero de tono alegre, pese a algunas sombras, como la ausencia de los padres de las novias.

"Nos sentimos tristes pero respetamos las ideas. De antemano nos han demostrado su apoyo, toda su comprensión, sabemos que contamos con ellos, no nos han dado la espalda en ningún momento, pero por su religión se mantienen al margen", dijo a Efe Nancy García, de 27 años.

A su lado, su pareja, Carmen Núñez, de 25, la miraba enamorada, mientras su hijo Abimael, de apenas cuatro años, rompía la seriedad de la oficina gubernamental en la que tuvo lugar el inédito enlace, presidido por Marco Aurelio Morales, director general de Jurídico y Gobierno de la delegación.

"En lo que es la demarcación de Milpa Alta es la primera vez que tenemos la constitución de una sociedad de esta naturaleza", afirmó Morales orgulloso después del acto.

Algo comprensible por las características del lugar, la mejor muestra de los abismales contrastes de Ciudad de México, una metrópolis en la que, mientras poderosos ejecutivos se desplazan en helicóptero a sus oficinas, en la calle todavía se desarrollan oficios tan antiguos como el de organillero.

Ubicada a 2.420 metros sobre el nivel del mar y a más de 30 kilómetros del centro histórico, en la zona montañosa del Valle de México, Milpa Alta es la menos poblada de las 16 delegaciones de la capital, con unos 115.000 habitantes, y la segunda más grande en extensión, con 27.500 hectáreas, la mayoría agrícolas. Es el primer productor nacional de nopal, un cactus cuya hoja es uno de los componentes estrella de la dieta mexicana, especialmente entre los ciudadanos más pobres.