Es sólo una pensionista más, pero su caso sirve para conocer de cerca la situación de extrema necesidad que sufren los 268.000 canarios que subsisten gracias a las pensiones no contributivas, es decir, con 328 euros al mes. María Antonia Navarro vive sola en el centro de Santa Cruz; tiene primas y tías pero no mantiene relación con ellas, así que se ha visto obligada a sobrevivir sólo con su pensión.

Desde hace tres años vive en un apartamento de una habitación por el que paga 400 euros. "Logro pagarlo gracias a que Cáritas me da todos los meses 50 euros", explica con una gran sonrisa en los labios, mientras aclara que tiene la suerte de no tener que pagar el agua y la luz porque su vivienda está catalogada como hospedaje.

"Para poder comer a veces tengo la sensación de que hago el milagro de los panes y los peces, porque a lo mejor de un pescado congelado que compro porque está más barato lo estiro y lo estiro y me da para comer toda una semana. Estoy pendiente de las ofertas que hay y voy a comprar. Miro el céntimo y eso me sirve para ir tirando", señala.

No obstante, y pese a las penurias y estrecheces que pasa, María Antonia piensa siempre en los demás. "Hace unos días Cáritas me dio una bolsita con dulces típicos de Navidad y me acordé de un señor que vi pidiendo en la calle que tenía un cartel que decía que aceptaba comida, así que se lo llevé. ¿Para qué lo quiero yo si yo tengo qué comer?, sin embargo para él fue una alegría inesperada".

Pero el caso de esta mujer es aún más sorprendente. Cuando era joven se implicó con Cruz Roja de forma directa y, aunque ahora apenas tiene dinero para sus propios gastos, nunca se ha planteado suspender su colaboración económica con esta entidad. "Yo no sé de dónde lo saco, pero todos los meses le doy 27 euros. Yo misma no sé cómo lo hago; creo que tiene algo que ver que voy siempre a la Tercera Orden y le pido a San Antonio que no me falte el pan. De todas maneras siempre he pensado que es más una contribución porque es un servicio que puedo necesitar, de hecho me caí en la calle y me rompí una pierna y quien me atendió fue la Cruz Roja".

Pero, sin medios suficientes, ¿cómo puede un pensionista tener vestido y calzado? "Yo no sé cómo lo harán otras personas -señala Navarro-, pero en mi caso es sencillo: me la arreglo. Que engordo, me la ensancho; que adelgazo, me la estrecho; que se me rompe, la zurzo, y así lo voy haciendo, porque si me compro ropa, no como. Y con los zapatos igual, los arreglo de un año para otro y me duran mucho; estos mismos que llevo hoy me los compré hace dos".

Preguntada acerca de la hipótesis de cómo reaccionaría si las pensiones a partir del mes próximo subieran a 1.000 euros, Navarro asegura que no sabría qué hacer. "Estoy acostumbrada a tener lo justo desde que recuerdo y eso me crearía gran confusión. El otro día me di cuenta de que tenía dos carteras y que sólo uso y necesito una, así que la otra se la regalé a una chica inmigrante que yo conozco y que sé que lo está pasando mal. Creo que ese es el gran problema actual: la gente se ve con dinero y se lo gasta en cosas que no necesita. Despilfarran mucho, creo yo. Si compraran sólo lo que necesitan realmente, se darían cuenta de que no les falta de nada y de que incluso les sobra para dárselo a quienes sí que lo necesitan realmente".

Un gran temor embarga a María Antonio Navarro. "No quisiera verme nunca en la calle", dice mientras sus ojos grandes y azules se entristecen y miran al suelo. "Para mí eso sería ya lo último, porque yo veo gente a las puertas de las iglesias, y oigo historias de gente que vive en un coche y todo eso me horroriza. Confío en que Dios me ayude porque a mí la fe me ayuda mucho para seguir adelante con alegría".

Retraso en las ayudas

Actualmente María Antonia no cuenta con ninguna otra ayuda que no sea los 50 euros de Cáritas. "Quisiera arreglarme la boca porque tengo la prótesis muy deteriorada pero no puedo de ninguna manera, es más, necesitaba unas nuevas lentes y solicité la ayuda al Ayuntamiento de Santa Cruz. Me garantizaron que me las pagaban y me las compré y llevo más de un año debiéndolas porque aún no me han dado el dinero".

Lo mismo le ha pasado con una solicitud que puso para conseguir algún apoyo económico para poder pagar el alquiler con más holgura. "Tengo solicitada una ayuda para el alquiler desde hace más de un año pero todo eso va muy despacio y yo entiendo que sea así porque no soy yo la única, sobre todo ahora que hay tantos inmigrantes necesitados pidiendo ayuda, pero es que a las personas mayores no se nos trata bien, nos hacen sentir inútiles y eso tampoco puede ser, porque muchos podemos trabajar: yo misma he cuidado a gente más mayor que yo e incluso a niños".

Es por todo ello que considera que a los políticos hay que exigirles más. "Tienen que tener más en cuenta a las personas mayores porque tenemos muchas necesidades y las ayudas básicas que nos dan son muy miserables. Los pensionistas que conozco lo están pasando mal, incluso peor que yo: tal vez no tanto como yo si tienen hijos que les pueden ayudar o si no tienen que pagar un alquiler, pero de todas maneras estas pensiones no llegan para nada".