El 26 de octubre de 1971, tras cinco días de repetidos temblores de tierra que hacían repicar por sí solas las campanas de la iglesia de Fuencaliente, tenía lugar la última erupción volcánica en Canarias. Durante 23 largos días, el volcán Teneguía, entre continuos rugidos, lanzó piedras incandescentes y llamaradas a más de 300 metros de altura, impregnando el ambiente de un fuerte olor a azufre y elevando fuertemente las temperaturas. Un panorama infernal a la vez que hermoso mantuvo a los palmeros inmersos en una tensa y atónita expectación. Sin embargo, gracias a la baja densidad demográfica y la fluidez del magma, no hubo que lamentar daños importantes y, por el contrario, con los ríos de lava desembocados en el mar la isla ganó más de 10 kilómetros cuadrados, la tierra más joven de las Islas Canarias.

El feliz desenlace que tuvo la erupción del Teneguía, como el resto de erupciones recientes en las islas, difícilmente se repetiría, y menos en Tenerife. Desde la erupción del Chimisay en 1909, la isla se ha superpoblado aumentando enormemente el grado de exposición y multiplicando así el riesgo.

Hoy finalizan las VI Jornadas de Divulgación de la Vulcanología en Canarias, que durante tres días han contado con los mejores expertos del mundo en el estudio de los volcanes y en la gestión de los riesgos que genera la convivencia con ellos. La sexta edición de este ciclo de conferencias ha servido de plataforma para denunciar el déficit de medios, planificación y educación para hacer frente a este riesgo al que, por unos y otros motivos, políticos y ciudadanos han dado la espalda.

Ramón Ortiz Ramis, jefe del Departamento de Vulcanología del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid-CSIC, advirtió, en declaraciones hechas a El Día, del elevado riesgo al que se encuentra expuesta la isla de Tenerife y la falta de medios de prevención y contingencia ante una erupción volcánica. "La situación ha mejorado desde 2004, pero quedan muchos deberes que hacer, hemos estado muchos años sin preocuparnos del tema".

En Tenerife, más de medio millón de personas viven a menos de 30 kilómetros del Teide y el periodo de recurrencia de erupciones volcánicas en la Isla es de tan sólo 100 años. "Para evacuar la isla de Tenerife sería necesario un mínimo de 20 horas, según un modelo presentado en las jornadas por el Grupo de Geodesia y Geofísica Volcánica del Instituto Geográfico Nacional en Canarias, y con los medios disponibles en la actualidad, sería posible alertar de una inminente erupción con un máximo de 48 horas, lo que supone que iríamos muy justitos", según Ortiz Ramis.