Los pacientes con trasplante de corazón, los únicos enviados de forma rutinaria para revisión dermatológica, son los que más se asocian a cáncer de piel, seguidos de los de riñón e hígado, sólo remitidos al dermatólogo cuando lo solicita el paciente o el especialista lo cree preciso. Así lo revelan los primeros resultados de un estudio de la Unidad de Dermatología de La Fe, cuyo fin es integrar esta especialidad en el cuidado multidisciplinar de los pacientes trasplantados, sometidos a un seguimiento clínico permanente desde diferentes especialidades.

Según ha explicado la conselleria de Sanidad en un comunicado, este proyecto pretende la creación efectiva de la Consulta de Patología Cutánea del paciente trasplantado, dedicada al manejo, tratamiento y prevención de patologías de la piel en los receptores de órganos y en especial de tumores cutáneos, su proceso maligno más frecuente.

Para la doctora Begoña Escutia, responsable de este estudio, que sigue en fase de desarrollo, se trata de "integrar al dermatólogo en el cuidado multidisciplinar de los pacientes trasplantados, no sólo para conocer la epidemiología de la patología cutánea sino también para optimizar su manejo y educar para prevenir, en lo posible, cualquier patología que contribuye a su morbilidad y mortalidad".

En España apenas existen estas unidades específicas en los centros hospitalarios públicos, por lo que el seguimiento dermatológico de los pacientes trasplantados se lleva a cabo de forma independiente al circuito de control habitual que realizan conjuntamente las otras disciplinas médicas implicadas.

La Unidad de Dermatología, en coordinación con los servicios de Cardiología, Neumología, Nefrología y Medicina Digestiva, ha analizado desde mayo de 2008 a 220 pacientes trasplantados con el fin de observar alguna patología cutánea o para su control periódico y prevención de cáncer de piel.

La inmunosupresión a la que están sometidos los pacientes trasplantados para prevenir el rechazo del órgano recibido los predispone a una mayor incidencia de tumores que a la población con el sistema inmunológico activo.

Al perder la capacidad de resistir a infecciones y a la extensión de células cancerosas, el cáncer cutáneo se convierte en el proceso maligno más frecuente en estos pacientes y su evolución, además, puede ser más agresiva.

Asimismo, el riesgo de padecer cáncer de piel es directamente proporcional al tiempo transcurrido desde la realización del trasplante, por lo que las probabilidades de sufrirlo se incrementan con los años.

Los dermatólogos de La Fe han observado que no hay diferencias entre los fototipos de piel y la aparición de tumores; tanto en las personas de tez clara como en las de tez más oscura se constata la misma tendencia a padecer cáncer de piel no melanoma.

No obstante, han comprobado que sí existe asociación entre los tumores y las quemaduras producidas por el sol, ya que el cáncer de piel está directamente relacionado con la cantidad de exposición al sol, y además aparecen de forma más precoz después del trasplante que lo que se recoge en la literatura médica.