SUS ALTEZAS reales Melchor, Gaspar y Baltasar:

Un muy cordial saludo de bienvenida ante la llegada de Vds., prevista para el 6 de enero de cada año. Esta vez, entre las innumerables cartas enviadas con ilusión por los niños de todo el mundo, les llegará esta carta nuestra, de nosotros, "los mayores": nosotros también soñamos. Pedimos un regalo especial: una petición muy singular. Para empezar, nos atrevemos a entrar en "el reino de las antiguas tradiciones", del origen de sus majestades, transmitido por San Beda el Venerable. Nos anima el gesto de complacencia dibujado en la sonrisa de sus majestades los Reyes Magos. Sabemos que a mediados del siglo VI en la iglesia de San Apolinar -Nuovo Rávena- Italia, se les asignaron los nombres que vuestras graciosas majestades llevan. Representaban los tres mundos entonces conocidos: el europeo, el asiático y el africano. Según San Beda el Venerable, Melchor, Melki-or, era un anciano de blancos cabellos y larga barba. "Rey de la luz", representaba a los pueblos del Mediodía, egipcios y etíopes, hijos de Kam. Ofreció a Jesús oro, como señal de reconocimiento de su realeza. Gaspar, rubio, representaba a los descendientes de Jafet. Ofreció incienso por la naturaleza divina de Jesús. Baltasar (del hebreo Belsha´tstsar) representaba a los descendientes de Sem (semitas). Era negro. Ofreció a Jesús mirra, señal de "sufrimiento". Detrás de los magos hay que ver a todos los pueblos que ellos simbolizan. La riquísima iconografía sobre la "Adoración de los Magos o Epifanía" empieza en las catacumbas, continuará en el románico, gótico, el renacimiento y el barroco. De la existencia de los Reyes Magos nos da cuenta el Evangelio:

"He aquí que unos magos de Oriente llegaron a Jerusalén diciendo ¿dónde está el recién nacido rey de los judíos?... Y he aquí que la estrella que habían visto en Oriente iba delante de ellos, hasta posarse encima de donde estaba el niño? Entraron? encontraron al niño con su madre, e inclinándose lo adoraron. Y abriendo sus tesoros, le ofrecieron oro, incienso y mirra" (Mateo 2, 1-12).

Las más antiguas tradiciones les dieron el rango de reyes. Es verosímil que fueran de casta sacerdotal, dedicados a la ciencia, en especial a la astronomía; procedían de Persia o Babilonia, donde eran conocidas las creencias de los judíos y su espera del Mesías. La piadosa tradición cuenta que los Magos fueron instruidos en la fe por santo Tomás, apóstol, y que murieron mártires. El obispo de Colonia construyó sobre sus restos (1164) una preciosa catedral de arquitectura ojival. El mayor regalo que han hecho los Reyes Magos a la humanidad es haberse convertido en la gran estrella que ilumina y revive nuestra infancia año tras año: un "imaginario mágico infantil", que se desborda y nos llega a todos. Mientras, los tres reyes han escuchado complacidos y atentos nuestro relato. Y bien, preguntan ¿qué dice la carta que nos entregan Vds. "los mayores"? ¿Cuál es esa "petición singular"? Y yo, animada por la corriente de empatía que nos une, me acerco al oído de Melchior, aunque me pica la barba de su majestad, y en nombre de nosotros, "los mayores", expongo: Sus majestades: Nosotros en este año que recién empieza, 2010, pedimos solidaridad, justicia social, que en su misma esencia es distributiva. Porque habiendo justicia, hay paz, concordia, diálogo y entendimiento. Pedimos trabajar juntos para conseguirlo. Pedimos una "toma de conciencia": una urgente necesidad de "dialogar", como herramienta clave para "trabajar juntos", a partir del respeto, la tolerancia, la aceptación de los otros: los diferentes, los excluidos, los inmigrantes, los refugiados, los "mal vistos". En algunas regiones de la Península, llaman a los inmigrantes "los igualitos", porque por sus rasgos étnicos de naciones latinoamericanas mestizas conocidas sabemos de dónde provienen. Algunos tienen otro color de piel, viven, visten, hablan, sueñan, rezan, practican creencias, códigos sociales diferentes. Esta muchedumbre, en su dimensión universal, son "los otros". Intentemos, en un "buceo existencial", pasar, en primera instancia, al concepto de "nosotros". ¿Quiénes somos, quisiéramos ser? Tomamos las palabras del escritor-intelectual mejicano Octavio Paz: "?para que pueda ser / he de ser de otro / he de salir de mí, buscarme entre los otros / los otros que no soy yo, si yo no existo / los otros, que me dan plena existencia?". En nuestra particular reflexión, los "otros" son, deberían ser -para los que estamos "desencantados" de nuestra condición humana-, la trascendencia de "nosotros mismos" -en moderada visión utópica-, huyendo de extremos radicales. Citemos para terminar, en una muy amplia y compleja variedad de los "otros", algunos casos concretos, es decir, señalemos categorías de "identidades diferenciales": conocí, por circunstancias excepcionales, comunidades indígenas ancestrales del alto Orinoco. Venezuela y las existentes en Perú, comunes en gran parte del continente latinoamericano. Ellos -los "otros"- me enseñaron, en su grandiosa humildad, a besar de rodillas a la Pacha-Mama, la madre tierra. Habría que matizar quién enseña a quién. Habría que matizar si esos "otros" -los aquí señalados- son para nosotros "salvajes". Dejamos abierta la reflexión que da "vértigo". La otra categoría diferencial de identidades está muy próxima a "nosotros". No podíamos menos que nombrarla: son nuestros vecinos del continente africano, apenas a 200 km de nuestras costas canarias. Han llegado, llegan exhaustos en "pateras". Sabemos que los acogemos en la medida de las posibilidades, sin entrar en esta honda y compleja problemática. Son "los otros". ¡Qué difícil!, amigos lectores?, muchos de Vds., ya cómplices en mis reflexiones, por tanto, cómplices de mi propuesta -petición a sus majestades- a los tres Reyes Magos de Oriente. ¡Qué difícil, amigos! pedir en este año a sus majestades los Reyes Magos que el diálogo sea un factor desencadenante de primeros pasos? que pasemos de la capacidad de entendernos a la capacidad de admirarnos. ¡Qué difícil!

Precisamente, valga nuestra propuesta en este año que se cumple el XX aniversario del "derribo" del muro de Berlín, el muro de la "vergüenza". Parece que se "levantan" las condiciones para "reinventar el mundo". Pasarán generaciones para comprenderlo.

¡Cuántos muros quedan por derribar! ¡Cuántas murallas levantadas con "recelos históricos"! ¡Cuántos malentendidos! En el ambiente familiar ¡cuántos "lazos rotos" entre parejas que estuvieron años bien avenidas! De pronto, del amor al desamor. ¡Cuántos conflictos, cuánto malestar! Entre los mayores, ¡cuánta soledad! Muchos tan sólo necesitan ¡un abrazo! Un abrazo no sólo en estas fiestas, sino durante todo el año; un abrazo, cariño, diálogo para compartir soledad, mucha. ¡Cuánta soledad en las residencias de ancianos! En suma, entre "nosotros" ¡cuántas "miradas oblicuas" de incomprensión, de falta de diálogo! ¡Qué difícil! entre nosotros mismos: los canarios ¿dialogamos, entendemos, apreciamos, aceptamos nuestras "diferencias" en nuestro territorio común, pequeño y fragmentado?

Puesto que en la noche de Reyes estamos en un mundo mágico de "ensoñación-visionaria" para niños y mayores dejemos volar la imaginación. ¡Que las imágenes aquí proyectadas nos susciten una reflexión!

Queridos lectores, amigos cómplices. Queridos interlocutores. Gracias a todos. Quienes sean: jóvenes y mayores. Amigos cómplices. Gracias a nuestro periódico EL DÍA por permitirnos entrar en sus páginas en una noche mágica -la noche de Reyes- con un guiño de complicidad. Tal vez el próximo año, Dios mediante, podríamos hacer un "balance" para preguntarnos cuánto hemos adelantado en dialogar, en entendernos: nosotros y "los otros".

Los Reyes, sus majestades, se despiden a su manera: alargan sus manos enguantadas. Concedido, exclaman con júbilo. ¡Continuemos nuestro periplo! Divulgaremos este mensaje de esperanza y paz en esta Jornada Mundial de Oración por la paz, mensaje de armonía, diálogo, concordia y entendimiento. Amén, así sea.

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