La generalización de las cesáreas impide liberar las "hormonas del amor", que sí suelen aflorar en los partos naturales, un hecho que en los mamíferos provoca que la madre no cuide a su bebé y cuyas repercusiones pueden cambiar el futuro de las civilizaciones.

Este es uno de los asuntos que centra el Congreso Internatlántico sobre Parto e Investigación en Salud Primal que reúne desde ayer y hasta mañana en Las Palmas a un millar de expertos en obstetricia y ginecología de 31 países, destacó en un encuentro con periodistas su director, Michael Odent.

El ginecólogo francés, pionero en la promoción del parto fisiológico y precursor, hace tres décadas, de las bañeras de dilatación, anunció que "hoy en día, en todo el planeta la cantidad de mujeres que dan a luz a su bebé y alumbran la placenta gracias a la liberación de las hormonas naturales -denominadas del amor, la más importante de ellas, la oxitocina- está llegando a ser cero debido a la generalización de las cesáreas".

Al igual que los mamíferos, dijo, los humanos necesitan liberar estas hormonas para poder dar a luz, entre otras cosas, porque ello favorece que la madre pueda cuidar luego a su bebé. Odent agregó que el hecho de que la cesárea se haya impuesto en muchas partes del mundo ha ocasionado que incluso a las mujeres que todavía dan a luz por vía vaginal haya que suministrarles un sustituto farmacológico para que puedan reproducir lo que hacen estas hormonas del amor, ya que también a ellas les resulta difícil liberarlas "al no estar en un entorno apropiado".

"Hoy en día, la mayoría de las mujeres dan a luz con un suero, con oxitocina sintética, para reemplazar su oxitocina natural. No pueden liberar las endorfinas, necesitan la anestesia epidural, y todos estos medicamentos inhiben la liberación de las hormonas naturales y tampoco tienen el mismo efecto de comportamiento", refirió.