El Papa Benedicto XVI afirmó ayer que llegó a Portugal "como un peregrino de Fátima" al iniciar, con una ceremonia en el aeropuerto de Lisboa su primera visita a este país, del que resaltó su gran tradición católica y de evangelización.

El presidente portugués, Aníbal Cavaco Silva, el primer ministro, José Sócrates, y los responsables de los poderes legislativo y judicial, entre otros dignatarios lusos, y la cúpula de la Iglesia católica, acudieron al aeropuerto a recibir al Pontífice, en una extraordinaria concentración de autoridades.

Antes de abordar un "Papamóvil" para dirigirse a la capital e iniciar los actos de la visita, Benedicto XVI afirmó, en un breve discurso en portugués, que inicia este viaje, que hasta el viernes le llevará también a las ciudades de Fátima y Oporto, "bajo el signo de la esperanza".

En sus palabras, el Pontífice defendió el "ordenamiento justo de la sociedad" y señaló que la Iglesia "está abierta a colaborar con quien no margina ni privatiza la esencial consideración del sentido humano de la vida".

"No se trata de una confrontación en un sistema laico y religioso", abundó el Papa, que caracterizó su visita al país como un peregrinaje al Santuario de Fátima, donde llegan cada año cientos de miles de visitantes, sobre todo en el mes de mayo, cuando se conmemoran los aniversarios de las apariciones de 1917.

Benedicto XVI, que destacó el valor del mensaje de Fátima, recordó que ésta es su primera visita a un país que desde sus albores mantuvo una especial relación con la Iglesia y fue distinguido por ésta con el título de "fidelísimo por los altos y continuados servicios a la causa del Evangelio". El jefe de Estado luso dio la bienvenida al Pontífice y exaltó como él la tradición católica de su país.