Cerca del 10% de los hombres maltrata a sus parejas y aproximadamente el 30% de estas situaciones de abuso está relacionada con las drogas. Así lo explicó ayer Juan Manuel Bethencourt, director del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico y presidente del comité científico del Simpósium Internacional sobre Violencia en el Ámbito Familiar y Consumo de Drogas que se celebra hasta hoy en la Universidad de La Laguna (ULL).

Bethencourt aclaró que la "violencia familiar y consumo de drogas" son "dos asuntos que no siempre van relacionados", aunque se ha observado cierta tendencia en los padres que abusan del alcohol "a abusar físicamente de sus hijos y a ser negligentes con ellos".

El abuso del alcohol u otras drogas ilegales puede generar comportamientos violentos en el ámbito familiar, aunque "no hay una relación directa" entre droga y maltrato.

En los casos que se da este binomio, el director del comité científico del simpósium considera que "se debe tratar el abuso de drogas y simultáneamente hay que empezar a tratar al maltratador". Debe considerarse al sujeto como afectado por "una patología dual" y incidir sobre ambos aspectos, que están relacionados entre sí.

José Manuel Bethencourt explicó que ya hay "algunos programas de grupos de investigación en Euskadi y en Madrid, y en Canarias empiezan a trabajar no sólo con la mujer maltratada sino también con los maltratadores".

Dichos programas enseñan a los sujetos activos del maltrato "a que manifiesten otro comportamiento que no sea el violento". Para ello se abordan estrategias como "el control de la ira". "Se trata de que en las relaciones interpersonales aprendan a manifestar otro comportamiento que no sea violento", resume el experto.

Lo que en apariencia puede parecer complicado se desarrolla entre 10 y 15 sesiones, lo que supone sólo tres o cuatro meses de trabajo, detalla Bethencourt, para añadir que esto "no impide que haya que reforzar alguno de los aspectos en un momento determinado".

"La conducta violenta es una conducta aprendida", afirma este experto, que considera que la violencia puede aprenderse "desde la más temprana infancia". "Se aprende en barrios donde hay mucho tráfico de estupefacientes, que están muy ligados a conductas violentas", pone como ejemplo. Y "como es aprendida, se puede desaprender y se pueden aprender comportamientos alternativos". De este razonamiento parten los programas cognitivo-conductuales, "que tratan de cambiar los propios pensamientos, la forma de emocionarse, que tratan de que la persona sea capaz de ponerse en el punto de vista de la otra persona, que sea empática, que controle su ira, que aprenda a buscar más soluciones y más adecuadas a sus problemas interpersonales".

Dar una oportunidad

Todos estos programas que tratan de recuperar de alguna forma a los maltratadores se plantean como objetivo "dar oportunidades" a estos sujetos violentos "pensando en la mujer maltratada".

Esto no quiere decir que haya que ser tolerantes con los maltratadores, sino que hay que ayudar a los que se pueda a reconducir sus comportamientos violentos. "Si logramos que estas personas sean menos agresivas, vamos a tener un factor protector con estas mujeres o con relaciones de pareja venideras", detalla Bethencourt.

"Si hay una oportunidad de rehabilitación", si "la actuación psicológica puede tener un efecto positivo", se utiliza "porque es bueno para él y para ellas". "Más que pensar en el maltratador estamos pensando en la maltratada", añade.

Durante este simpósium que comenzó ayer y que se extiende durante el día de hoy, investigadores de diversas universidades de España y países europeos expondrán sus proyectos e investigaciones sobre la violencia familiar y el abuso de drogas.

Además, en esta reunión también se abordará la importancia de prevenir el consumo de drogas y las drogodependencias como factores de riesgo de determinados comportamientos violentos en el ámbito familiar.

reacciones

Erradicar la violencia de base

El director de Atención a las Drogodependencias, Fernando Gómez-Pamo, que fue el encargado de inaugurar el simpósium, explicó que la necesidad de investigar con programas contrastados y que ofrezcan garantías de eficacia es una obligación de las instituciones encargadas de velar por la salud social de nuestros conciudadanos. Destacó además que existen programas de reconocido prestigio avalados por la investigación científica que funcionan eficazmente en promover el cambio, como el Programa R&R de Ross y Fabiano.

Como elemento disparador o como consecuencia del comportamiento violento, siempre se hace mención al consumo de drogas, recalcó Gómez-Pamo, quien explicó que es una realidad pero también es necesario discernir el porqué y cómo avanzar para fomentar una sociedad más saludable. La investigación acerca a modelos integrados de colaboración entre las instituciones para reducir el comportamiento violento desde la base.