José Antonio Marina, uno de los pensadores contemporáneos de mayor prestigio, sueña con "poner los cimientos de una gran inteligencia social" con su nuevo e "innovador" ensayo, "Las culturas fracasadas", que presenta hoy y a partir del cual va a establecer una conexión "interactiva" en internet con sus lectores.

Cinco son las preguntas que Marina, filósofo, ensayista y pedagogo, invita a responder en la página www.creacionsocial.es, que estará disponible a partir de mañana. Son cuestiones que versan sobre el individuo, la pareja, la familia, la ciudad y la nación.

Se trata de dar a sus lectores la posibilidad de ser "protagonistas" de una experiencia social "inédita", de la que él desconoce incluso su viabilidad, pero cuyo objetivo, dice en una entrevista con Efe, es "saber cómo es la inteligencia social".

"Aumentar la inteligencia de nuestra sociedad es bueno para todos y, por tanto, es un seguro de vida", afirma Marina, quien entre otras distinciones posee el Premio Nacional de Ensayo y Premio Anagrama, editorial que pone en circulación este libro que lleva por subtítulo "El talento y la estupidez de las sociedades" y que él mismo califica de "innovador", "de vanguardia" y "de frontera".

Y es que "la idea de la inteligencia de la sociedad es muy moderna", puntualiza, y añade que está convencido de que "va a ser el tema del futuro".

El autor de "Elogio y refutacion del ingenio" o "Teoría de la inteligencia creadora" piensa que hay que "fomentar el talento y la creatividad social" porque "educar la inteligencia social" es, subraya, "una gran prioridad", ya que de ella "nos beneficiamos o somos víctimas todos".

Después de estudiar durante años la inteligencia de los individuos, Marina cayó en la cuenta de que la inteligencia humana es "social en su estructura y en su funcionamiento" y que "se va alimentando de la cultura que tiene alrededor".

Por eso, es tan importante la cultura que rodea al individuo: "Si es noble, estimulante y brillante, enriquece, pero si se encanalla es muy difícil resistirse a su influjo decadente", apunta.

"¡Qué difícil es no caer cuando todo cae!", subraya Marina parafraseando a Antonio Machado.

En su opinión lo ideal sería "ir hacia una especie de mezcla de las culturas, hacia una especie de esperanto de las culturas".

"La gran Historia de la humanidad no son las historias nacionales" para Marina, sino la "enorme marcha hacia el progreso ético" que los seres humanos de todas las culturas han hecho.

Y es que todas las sociedades, según dice, se han enfrentado a los mismos problemas y unas han sido más eficaces que otras a la hora de resolverlos.

Se trata, por tanto, de ir sacando de ese aprendizaje, adquirido por los hombres "con sus bandazos, sus vueltas atrás, sus grandezas y ferocidades", las líneas de "una inteligencia social digna de ser fomentada", ya que, según Marina, "la sabiduría de la humanidad va señalando caminos si le hacemos caso".

Pero advierte de la necesidad de construir una teoría crítica de las culturas, pues se ha caído, indica, en la "idolatría" y advierte que "no todas tienen el mismo valor: Unas aumentan las posibilidades de los seres humanos y otras las limitan".

"Tenemos que descubrir cómo se van configurando esas formas brillantes de la inteligencia social, cuidarlas mucho y fomentarlas porque podemos tener sino un futuro muy ingrato", afirma Marina.

Lo que hay que evitar a toda costa son dos extremos de sociedad, "ambos peligrosos": la de la absoluta individualización, que justifica el egoísmo, y los totalitarismos, que anulan al individuo, precisa.

"La cultura occidental ha inventado un modelo que en principio parece muy bueno, democrático en lo político, un sistema científico y técnico para mejorar nuestras capacidades y un sistema de mercado para gestionar mejor el mundo económico, pero -señala- todas estas instituciones son suicidas sino se mueven dentro de un marco ético".

Aún así, añade, las sociedades democráticas son "las menos fracasadas", ya que se han dotado de un "capital cívico". "Eso sí que es la verdadera riqueza de las naciones", asevera.

Pero hay que tener cuidado: "Los avances que hemos conseguido son muy precarios", según el autor de "Ética para náufragos".

"A lo largo de la historia ha habido muchos colapsos éticos y las sociedades se desploman". La Guerra Civil española y la Alemania nazi fueron sólo dos ejemplos en el siglo XX de que "la inteligencia social si no se cuida puede entrar en decadencia", recuerda.