Los humanos utilizan sus sentidos para mantenerse al tanto de pequeños intervalos de tiempo, lo que sugiere que la percepción humana del tiempo no se crea sólo a través de un reloj orgánico interno, según un estudio del Colegio Universitario de Londres en Reino Unido que se publica en la revista ''Current Biology''.

Los resultados responden a la cuestión sobre la procedencia del sentido del tiempo y muestran que ésta tiene su origen en parte a partir de la observación de cuánto cambia el mundo, al aprender los humanos a esperar que la entrada de información externa cambie a un valor medio en particular. Al comparar el cambio observado con este valor medio ayuda a juzgar cuánto tiempo ha pasado y modula el reloj interno.

Según explica Maneesh Sahani, de la Universidad e Neurociencia Computacional Gatsby del Colegio Universitario de Londres, "existen muchas propuestas sobre cómo podría trabajar un reloj interno, pero ninguna ha descubierto una única parte del cerebro que esté a cargo del tiempo. Podría ser que no existiera tal lugar, que nuestra percepción del tiempo se distribuyera por todo el cerebro e hiciera uso de la información existente".

El estudio incluye dos experimentos clave. En un experimento 20 participantes observaban círculos pequeños de luz que aparecían sobre una pantalla de dos en dos en fila y se les pedía que señalaran qué presentación duraba más. Cuando los círculos estaban acompañados por un patrón moteado programado para cambiar de forma aleatoria, pero a una tasa regular media, el juicio de los participantes era mejor, lo que sugiere que utilizaban la tasa de cambio en los patrones para juzgar el paso del tiempo.

En otro experimento, los autores pedían a los participantes que juzgaran cuánto tiempo duraban los patrones moteados pero variaban las tasas a las que estos patrones cambiaban. Cuando los patrones cambiaban más deprisa, los participantes los consideraban más largos, de nuevo mostrando que el cambio sensorial da forma al sentido del tiempo.

"Nuestro sentido del tiempo se ve afectado por los estímulos externos, y es por ello muy mutable, lo que es algo que se identifica con el sentido del paso del tiempo en las personas", señala Sahani, uno de los autores del trabajo.

"Es posible influir en la percepción del tiempo de las personas, lo que no concuerda con la idea de un reloj cerebral interno rígido. La respuesta a por qué esto sucede es que parte de nuestra percepción del tiempo se basa en entradas sensoriales cambiantes procedentes del mundo exterior, que podemos utilizar para mejorar nuestros juicios del tiempo en un ambiente en el que la tasa de cambio es probablemente fiable", añade Misha Ahrens, otra de las autoras del trabajo.