La semana de colecciones para el invierno próximo vivió hoy una histórica jornada, dominada por el último desfile de John Galliano para Christian Dior, en ausencia del modisto gibraltareño, a quien se supone en cura de desintoxicación, y en ausencia de ese brillo especial que tiene todo desfile Dior.

La gran ''maison'' de costura optó por mantener como estaba previsto la presentación de su Prêt-à-Porter otoño-invierno 2011-2012 en el Museo Rodin, pero lo hizo con un discurso previo de su máximo directivo, Sidney Toledano, para aclarar ciertos puntos esenciales.

El desfile fue inevitablemente bello y elegante, como todo desfile Dior, y las palabras de Toledano un bálsamo, también para los grandes artesanos de sus equipos y talleres que terminaron sacando adelante esta colección, "resultado de su inmenso trabajo", explicó.

No obstante, al evocar los últimos eventos acaecidos y con ellos otros pasados, como la deportación a los campos de concentración nazis de la hermana de Christian Dior, el discurso fue a la vez un jarro de agua fría en un acto que por definición es una fiesta, y que estuvo hoy precedido por un ambiente enrarecido, casi silencioso y desde luego nostálgico.

Podía percibirse ya desde la calle, donde el dispositivo policial era más visible que de costumbre, y una vez en el interior de la monumental carpa instalada al efecto en los jardines del museo.

Tras la media hora de retraso de rigor, el presidente de Dior Couture condenó las palabras "intolerables" de quien hasta el martes fue su director artístico, ahora inculpado por injurias racistas y protagonista de un vídeo que circula por internet en el que visiblemente ebrio celebra las prácticas nazis de Hitler, a quien dice "adorar".

Contra el interesado pesan además desde el miércoles sendas denuncias por insultos antisemitas, proferidos también en estado de ebriedad en la terraza de un bar vecino a su domicilio.

La supermodelo diseñadora Natalia Vodianova, una de las pocas celebridades que asistieron al desfile, fue también una de las raras personalidades que ha salido hasta ahora en defensa de Galliano, a quien deseó que pudiese restablecerse pronto.

Recordó a la prensa que el modisto estaba enfermo, que era "víctima impotente del alcohol" y que ella había visto decir cosas horribles a mucha gente bajo los efectos de esa sustancia.

En cuanto al estilo Dior del próximo invierno, será ultrafemenino y de elegancia segura.

Pudo constatarse desde el primer modelo: un espectacular conjunto de sombrero y capa larga de cachemir negro sobre chaqueta de cuero marino, jersey burdeos bajo bolero violeta, pantalones de terciopelo hasta las rodillas, como las botas altas, grises, de plataforma y altísimo tacón.

La armonía era absoluta con los valores fundadores de la firma, en busca de belleza, ligereza y feminidad, recordados por Toledano.

Faltaba un hilo conductor, ese que sólo puede venir de un único artífice, pero el saber hacer de los equipos y talleres Dior, con más de 60 años de experiencia, completó sin problemas los diseños cuya evolución no pudo seguir el modisto, al menos hasta el final.

Etéreos vestidos de seda, chaquetones de pieles, pantalones bombachos, botas altas en abundancia, pero también complicadas sandalias, abundancia insospechada de bolsos de todos los tamaños, faldas cortas evasé, vestidos de volantes, y colores invernales, fueron algunas de sus características.

Hubo también transparencias, trajes de coctel y de noche negros, o confeccionados en tonos muy claros, verdes resplandecientes y rosa carne, siempre sobre materias primas de ensueño.

La alegría surgió al final, en el momento llamado a ser el más triste.

La ofrecieron los mismos artesanos de la casa, vestidos con sus batas blancas de trabajo, todos juntos, algo menos de medio centenar, cuando salieron al podium saludar a su público.

Algo nunca visto.

Fue la idea genial que hizo llevadero ese momento clave en el que Galliano, gran provocador y organizador de espectáculos, recorría el podium disfrazado a juego con el tema que le había inspirado la colección.