EN LA COLECCIÓN de votos inútiles colocamos en esta ocasión al voto por costumbre. Llamo así al voto de siempre, el de aquellas personas que votan siempre al mismo partido, en todas las elecciones, independientemente de que sean locales, autonómicas, a Cortes Generales o al Parlamento Europeo, y en cada convocatoria de las mismas.

Esta característica, que en principio obedece a un rasgo de coherencia interna, finalmente se convierte en un voto inútil, porque es un voto irracional, basado en el sentimiento, y no en el pensamiento. Es lo que hace que se comente lo del nicho de votos seguros tanto del PP como del PSOE, porque saben que hay una serie de fieles seguidores que tienen su voto comprometido. De este modo, los partidos "grandes" tienen una masa de votantes a la cual lo más que tienen que hacer es rescatarla de las garras de la abstención, el único enemigo real para este tipo de voto.

No importa la cantidad de errores que un partido cometa en el gobierno o en la oposición. El voto por costumbre no falla nunca, y del mismo modo que un hincha de fútbol es de un equipo concreto, el votante por costumbre es de un partido concreto. No es que el votante por costumbre no sea crítico. Del mismo modo que un seguidor de un equipo de fútbol suspira porque su equipo juega mal y no gana; pero no por eso cambia de equipo; el votante por costumbre en cualquier conversación está dispuesto a reconocer algunos errores de su partido, y de su líder, pero ni se le pasa por la cabeza la idea de considerar un cambio de voto, porque siempre se argumenta a sí mismo en contra de los otros, que seguro que lo harán aún peor.

Sin embargo, hay dos características que marcan la diferencia entre el voto por costumbre y la hinchada de un equipo de fútbol. En primer lugar, está el hecho de que si tu equipo gana la Liga podrás estar más contento; y si pierde o desciende podrás estar más apagado, pero nada de todo eso afectará a tus derechos y libertades, a tu economía, o a tu bienestar social. Terminada la jornada deportiva, te tendrás que levantar el lunes, ir al trabajo y seguir adelante. Evidentemente, el sentido del voto sí afecta directamente a todo esto, y si tu "equipo" (partido político) no lo ha hecho bien, y ves que la economía va a peor, o que te limitan tus derechos, o que tus beneficios sociales se ven mermados, y a pesar de todo no cambias el voto, lo probable es que la situación no mejore, sino que empeore aún más.

En segundo lugar, y esto es lo verdaderamente importante, es que el equipo de tus amores te necesita como aficionado, pero tu participación, junto con un gran número de seguidores, no garantiza el éxito. Es decir, que un equipo tenga más aficionados no le hace ganar Ligas. Sin embargo, el votante sí influye de manera directa en el resultado de su opción política, de manera que los partidos con mayor número de votos "por costumbre" tienen más posibilidades de ganar cualquier proceso electoral.

Por eso no se puede jugar con los votos como si fuesen algo que no nos afectase, porque lo que se hace en unos comicios electorales, como su nombre indica, no es votar, sino elegir.

Santa Cruz de Tenerife

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