La inversión en guarderías y servicios de cuidado infantil es más eficaz para que los padres puedan tener tantos hijos como deseen, que los cheques-bebé, que pueden tener un impacto positivo en el número de nacimientos, pero temporal.

Esta es una de las conclusiones del informe sobre las políticas familiares publicado hoy por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que insiste en que las ayudas para que los padres puedan tener el número de hijos que querrían deben tener continuidad en el tiempo.

Además, se debe combinar esa ayuda a las familias con el mantenimiento de la actividad laboral de los progenitores.

El modelo son los países nórdicos, que ofrecen un conjunto de dispositivos públicos universales para incitar a que los padres no abandonen su actividad laboral, unido al apoyo para el cuidado de los niños desde muy temprano y servicios para albergarlos fuera del horario escolar para los alumnos hasta la educación secundaria.

Junto a los nórdicos, otros países que tienen buenos resultados en diversos aspectos de sus políticas familiares, según el análisis de los autores del estudio, son Australia, Bélgica, Francia, Holanda y Nueva Zelanda.

A ese respecto, señalaron que en muchos Estados del sur y del centro de Europa, así como en los asiáticos que también pertenecen a la organización, los padres tienen menos hijos de los que desearían, algo en lo que pesan las actitudes sociales, pero también la existencia o no de medidas para conciliar trabajo y vida familiar.

La baja fertilidad es un reto en la OCDE, ya que sólo en cuatro de sus miembros se superaba en 2009 el índice de 2,1 hijos por mujer: Israel (2,96), Islandia (2,22), Nueva Zelanda (2,14) y Turquía (2,12).

México entonces ya había pasado a colocarse por debajo con 2,08 hijos por mujer, cuando en 1980 era el que registraba una mayor fertilidad, de casi 5 hijos por mujer en edad fértil.

También estaban por encima del umbral de los 2 hijos por mujer (y de la media de la OCDE de 1,74) Irlanda (2,07), Estados Unidos (2,01) y Chile (2).

En el otro extremo, la fertilidad más baja se registraba en Corea del Sur (1,15 hijos por mujer), Portugal (1,32), Hungría (1,33), Alemania (1,36), Japón (1,37), Austria (1,39), Polonia (1,40), España (1,40) e Italia (1,41).

El gasto público para políticas familiares en la OCDE era de media del 2,4 % del Producto Interior Bruto (PIB) en 2007, con notables diferencias entre los máximos para Francia (3,7 %), Dinamarca (3,7 %), Reino Unido (3,6 %) e Islandia (3,5 %) y mínimos en Corea del Sur (0,6 %), Chile (0,8 %) y México (1 %).

Entre el 1 % y el 2 % del PIB estuvieron ese año por orden creciente Estados Unidos (1,2 %), Grecia (1,3 %), Japón (1,4 %), Porugal (1,3 %), Italia (1,4 %), Canadá (1,4 %), Suiza (1,4 %), Polonia (1,5 %), España (1,6 %), Estonia (1,7 %), Eslovenia (1,8 %) e Israel (2 %).

La OCDE estimó que los sistemas más efectivos de ayudas familiares son los que ofrecen servicios universales con una asistencia suplementaria centrada en las poblaciones más necesitadas que puede estar condicionada a que estas familias cumplan algunas condiciones, como que los padres busquen trabajo, o que respeten los requerimientos escolares o sanitarios de sus hijos.

También se pronunció por dar una mayor importancia en el gasto educativo a los niños con edades más tempranas puesto que así la inversión en capital humano es más efectiva.

Otro de los puntos destacados en el informe es la necesidad de promover que las mujeres se mantengan en activo al tener hijos, sobre todo porque eso constituye "un elemento clave para asegurar la prosperidad económica futura y la sostenibilidad financiera de los sistemas de protección social".

La media en la OCDE de mujeres activas era en 2009 del 59,6 %, aunque se situaban por encima del 70 % Holanda (70,6 %), Dinamarca (73,1 %), Suiza (73,8 %), Noruega (74,4 %) y, sobre todo Islandia (77,2 %).

Por el contrario, no superaban el 50 % en Hungría (49,9 %), Grecia (48,9 %), Italia (46,4 %), México (43 %), Chile (42,2 %) y muy por debajo Turquía (24,2 %).

España seguía notablemente por debajo de la media con un 53,5%, pese a ser el país de los 34 de la OCDE en los que mayor avance en la proporción de mujeres activas se había producido desde 1995 (más de una quincena de puntos porcentuales).