Tres mil fieles asistieron ayer en la catedral de El Burgo de Osma (Soria) a la ceremonia de beatificación de Juan de Palafox y Mendoza, uno de los personajes "más singulares de la santidad", según el legado papal Angelo Amato, que culminó un proceso de tres siglos y medio. Alrededor de doscientos sacerdotes concelebraron la santa misa, oficiada por el prefecto de la congregación vaticana para las Causas de los Santos y Legado Papal, cardenal Amato, en la que el obispo Palafox fue elevado a los altares y desde ayer podrá ser venerado en público, y celebrará su fiesta litúrgica el 6 de octubre de cada año.

El obispo de Osma-Soria, Gerardo Melgar, abrió la ceremonia recorriendo los hitos de la biografía del nuevo beato, desde su nacimiento en Fitero (Navarra) en 1600 hasta su fallecimiento como prelado en El Burgo de Osma (Soria) en 1659, una vida en la que ejerció de consejero del Consejo de Indias, obispo de Puebla y Virrey de Nueva España. A la ceremonia, concelebrada por doscientos sacerdotes, asistieron cuarenta obispos, entre ellos cinco cardenales, dos prefectos de congregaciones vaticanas, los cardenales Angelo Amato y Antonio Cañizares, así como el Nuncio del Papa en España, monseñor Renzo Fratini.

En su homilía, el cardenal Amato recordó el extraordinario espectáculo de santidad que ofreció la Iglesia española en su larga historia y resaltó que Palafox, sobre todo, fue un santo cuyo celo pastoral consistía esencialmente, citando sus mismas palabras, "en extirpar el mal y plantar lo que es santo y bueno". Además, destacó su respeto hacia los indígenas y el cuidado permanente de sus sacerdotes.