"Lejos de haber pagado la crisis y perdido, los mercados financieros han ganado de una forma drástica", aseguró ayer el politólogo, sociólogo y pensador francés de origen argelino Sami Naïr durante la lección inaugural de la XIX edición de la Universidad de Verano de Adeje. La victoria de los mercados encuentra un ejemplo paradójico en la cuestionada labor de las agencias de calificación, que han pasado, explicó gráficamente, de "ser verdugos a ser médicos", dado que su comportamiento contribuyó al desencadenamiento de la crisis mientras que ahora siguen encargándose de certificar la salud financiera de los Estados.

En este sentido, Naïr insistió en la necesidad de que Europa cuente con su propia agencia de calificación, una medida que, a su juicio, debió plantearse cuando se adoptó el euro como moneda única.

Los países europeos están "atados de pies y manos", sin posibilidades de actuar desde el punto de vista financiero y subordinados a las estrictas condiciones que establecen los tratados de la Unión.

Por ello, Sami Naïr aconsejó "cambiar las reglas del juego a nivel mundial" y trabajar para "poner la política en el puesto de mando". Sobre este último aspecto, el conferenciante atribuyó buena parte de los males que aquejan al continente a que la unidad se erigió sobre la economía cuando "había que empezar por lo político".

Esto se ha evidenciado cuando "en la primera crisis en la que Europa tenía que haber reaccionado como un conjunto solidario, se ha dispersado. Los intereses económicos no bastan", apostilló Naïr.

La crisis económica "ha puesto en tela de juicio la construcción europea", argumentó el sociólogo francés, quien expuso la importancia de hacer "una reflexión en profundidad" si se quiere mantener el proyecto europeo, cuya necesidad destacó.

Además, denunció que las reglas del juego financieras no se han aplicado con equidad a todos los socios. Así, recordó que cuando, cinco años después de la adopción del euro, Alemania y Francia entraron en crisis y no respetaron el requisito del déficit "no ocurrió nada", mientras que, cuando en 2008 los países del sur pasaron por la misma situación, se les exigió el cumplimiento de los compromisos y "algunos casi pidieron su expulsión" del euro. La conclusión es que "Europa nunca ha sido un sistema equilibrado", sentenció.

Naïr abogó por una recuperación de lo público como agente regulador del mercado, y puso como referencia las políticas keynesianas que EEUU adoptó en los años 30 del pasado siglo y Europa después de la II Guerra Mundial, en lo que constituyó la consolidación del estado social occidental.

Ataque a lo público

Sin embargo, en los últimos años se ha optado por otra opción: la imposición de políticas de austeridad que han supuesto "un ataque contra los servicios públicos", como la educación, la sanidad o las pensiones, y una fuerte presión para promover "una flexibilización generalizada del mercado de trabajo".

Las consecuencias que pueden derivarse de los actuales acontecimientos económicos son, además del triunfo incontestable de los mercados, la incertidumbre en el futuro de la moneda única. "No sabemos exactamente lo que quieren los que llevan las riendas: parece que en realidad han renunciado al euro, pero que no quieren asumir la responsabilidad de la renuncia", observó.

Dos caminos se abren en este aspecto: un sistema monetario que no supondría la desaparición total del euro, pero sí la creación de una moneda "mixta" (europesetas o eurofrancos) y "el fin del euro como moneda" y el retorno a las divisas nacionales, una medida que definió como una "catástrofe histórica" y que, a su entender, "todos los países tienen ya planificada".

Las soluciones pasan, concluyó, por la constitución de un gobierno económico europeo, la introducción en los objetivos del Banco Central Europeo de un "proyecto de crecimiento y empleo" y una "política de un euro bajo" que beneficie a las economías más débiles del continente y les permita competir en los mercados europeo e internacional.