Un bosque puede tener apariencia de bosque, conservar muchos de los mismos árboles que solía tener y, aun así, perder su valor ecológico, económico y cultural, según sugiere un estudio publicado esta semana en ''Proceeding of the National Academy of Sciences''.

La investigación describe los servicios y funciones que están desapareciendo de los bosques de fresnos de montaña en Australia, y señala que puede estar ocurriendo lo mismo en los bosques del Pacífico Noroeste, las praderas de la Gran Cuenca, y otras áreas.

Tras una falsa apariencia de salud, en algunos bosques está teniendo lugar una reducción dramática de funciones tales como la captura de carbono, la producción de agua, la protección de la fauna y la biodiversidad de las especies, afirman los científicos de la Universidad Estatal de Oregón y la Universidad de Washington.

Las prácticas tradicionales en la gestión forestal para la producción de madera, tales como la tala controlada y la replantación, tienden a producir bosques jóvenes con estructuras uniformes y baja diversidad. Los árboles grandes y viejos con cavidades, esenciales para muchas especies silvestres, escasean.

Según los autores del estudio, "como los bosques jóvenes están dominados por las mismas especies arbóreas, estructuras y etapas enteras del desarrollo forestal natural pueden llegar a desaparecer de los paisajes regionales." Los investigadores lo llaman ''trampa de paisaje'', un cambio completo de nuevos procesos ecológicos que tienen poca semejanza con los del pasado. Los bosques secos del este de Oregón, dijo Johnson, son un ejemplo perfecto; en el pasado, los incendios pequeños quemaban la maleza sin afectar a los árboles grandes, pero ahora los bosques están llenos de espesa maleza, que intensifica los incendios.

Permitir que los bosques quemados se recuperen solos sería positivo para el desarrollo de la diversidad y de las complejas estructuras de los bosques; a pesar de que el proceso completo puede tardar siglos en llegar a buen término.