Un profesor e investigador de la Universidad de La Laguna (ULL), Juan E. Jiménez, ha sido elegido por la Unesco para pilotar un proyecto dirigido a cambiar los criterios que miden el aprendizaje de la escritura en los niños, una práctica que, a juicio del docente, ha sido descuidada y sobre la que el profesorado -tanto en los países de habla hispana como en otros ámbitos lingüísticos- no dispone aún de las herramientas adecuadas. El propósito de esta iniciativa es, precisamente, proporcionárselas.

¿Cuáles son las características generales del proyecto?

Es una iniciativa que toma la Unesco para disponer de una herramienta de protocolo de evaluación de la escritura en los primeros niveles de la escolaridad -primero, segundo y tercero de Primaria- con la idea de acompañar una serie de recomendaciones educativas que sirvan de ayuda a muchos de los países miembros. Unesco me encargó diseñar este material y toda la fundamentación teórica y científica que lo sustenta. En esa primera fase he acometido el objetivo de finalizar el informe incorporando la propuesta y todo el fundamento que la justifica. La Unesco ha aceptado la propuesta de que el seminario científico se celebre en Canarias, y no en Moscú o París. También hay que validar la instrumentación que se ha creado y ponerla a prueba. Hice la sugerencia de que se hiciera en Canarias y así va a ser.

¿Qué novedades tiene este sistema de evaluación?

La principal es que está basado en lo que prescribe la investigación científica más reciente. Tradicionalmente, cuando se ha intentado evaluar la escritura en los niños se ha puesto mucho énfasis en el trazo, la letra legible... Casi podría decirse que hay una obsesión por el trazo. Pero hoy la investigación va por otros derroteros y demuestra que, si bien es importante que la letra sea legible, lo es más la fluidez y automaticidad con la que el niño consigue realizar los trazos, porque contribuye en gran medida al desarrollo de la escritura creativa, más productiva. Esto tiene consecuencias interesantes, porque si un niño tiene que dedicar todo su tiempo al trazo y toda la instrucción recae en esto, al final las ideas que se tienen para poder expresarse a través de la escritura se van de la memoria, ya que todo el esfuerzo cognitivo y la capacidad mental están concentrados en intentar realizar el trazo.

¿Requiere este enfoque hacer énfasis en las metodologías docentes?

Por supuesto. Del protocolo de evaluación se desprenden luego unas implicaciones para la enseñanza de la escritura. Dependiendo de qué se evalúe y cómo se haga pueden sacarse conclusiones para la práctica de la enseñanza. Si solo evaluamos la parte caligráfica de la escritura, es la única información que vamos a obtener. Por eso es importante que la evaluación recoja también toda la parte de la ortografía, pero no solo desde el punto de vista de las reglas. La ortografía no consiste solo en reglas ortográficas. Lo que se intenta apresar a través de la evaluación son otras estrategias que los niños utilizan para conseguir escribir correctamente las palabras. Y eso se hace mediante una serie de tareas en las que se les hace escribir palabras con unas determinadas características. Además, el protocolo también contempla una parte de evaluación más centrada en la construcción sintáctica. Finalmente, recoge cómo planifica el niño el discurso cuando intenta expresar sus ideas y organizarlas: cuáles son los elementos importantes de lo que tradicionalmente llamamos redacción escrita.

¿Todos estos aspectos están relacionados también con la comprensión lectora?

No, pero sí con la lectura. Siempre ha existido la creencia de que cuanto más lees, mejor escribes. Pero eso forma parte de los mitos. Es todo lo contrario: la práctica de la escritura ayuda a mejorar la lectura. Un niño puede tener mucho hábito de lectura y cometer muchos errores de ortografía. Sin embargo, la práctica en sí de la escritura ayuda al niño a desarrollar más su capacidad lectora. Es curioso, pero eso es lo que sugieren los estudios más recientes.

¿Pero cuál es la diferencia entre comprensión lectora y lectura?

Me refiero sobre todo a que el niño adquiera mayor fluidez en el reconocimiento de las palabras escritas, que las lea con más rapidez y las reconozca casi de forma instantánea. La práctica de la escritura ayuda al niño a desarrollar un mayor conocimiento ortográfico, y eso contribuye a que lea cada vez más rápido y reconozca antes las palabras. Ahora, de ahí a que el niño comprenda... La comprensión es un fenómeno más complejo. La práctica de la escritura puede estar favoreciéndola, pero muy indirectamente.

Normalmente los alumnos canarios no dan buenos resultados en las pruebas que miden las competencias lingüísticas...

Los canarios y los del resto del país. Hay que rebelarse contra eso. Es un estigma. Puedo demostrar con datos que hay colegios en el mismo barrio que obtienen resultados muy diferentes. Uno de ellos puede superar incluso la media de Castilla-La Mancha. Es un asunto muy complejo que tiene que ver con el centro, los profesores..., con muchas variables. Es un tópico decir que los niños canarios tienen peores competencias lingüísticas que los del resto del Estado. Es completamente falso. Pero claro, cada cual hace su interpretación de los datos. Lo que sí está claro es que los niños deben practicar cada vez más la escritura. La escritura no se aprende de forma natural. Requiere una instrucción pautada y estructurada. Si el profesorado está formado para ello, los niños alcanzarán competencias cada vez mayores. Hay informes nacionales e internacionales que ponen de manifiesto que hay una alta proporción de niños que no alcanzan los niveles exigidos para sus cursos y edades en el desarrollo de la escritura. No es un problema de Canarias. Va más allá, incluso, del ámbito nacional.

¿Porque se ha descuidado la enseñanza de la escritura?

Claro. No se ha llegado a sistematizar su enseñanza. Para los niños, aprender a escribir es un proceso mucho más lento que aprender a leer. La escritura es una actividad mucho más compleja y exige una instrucción más explícita y estructurada y con un plazo de tiempo mucho mayor. Solo hay que pensar cuántas personas, incluso adultos, tienen dificultades para elaborar un discurso escrito. Puedes ser un buen orador y un pésimo escritor. La elaboración del discurso oral y el escrito son dos niveles que no tienen por qué ir a la par. Dada la naturaleza de la escritura y la complejidad que encierra, hay que preocuparse más cada vez por proporcionar al profesor mayor formación, y no digamos cuando lo llevamos a los países en vías de desarrollo.

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La edad no es el criterio

¿Debe adelantarse el aprendizaje de la escritura y la lectura o conviene esperar a los primeros cursos de la Primaria, tal y como hacen algunos de los países que, como Finlandia, mejores resultados obtienen en las evaluaciones educativas internacionales? La edad idónea para iniciarse en la enseñanza de la escritura es, para Juan E. Jiménez, "la pregunta del millón", entre otras cosas porque no tiene una respuesta clara. "La edad no puede ser un criterio", advierte el docente e investigador. En este sentido, el hecho de que algunos centros infantiles, "sobre todo en el sector privado", esgriman como "carta de presentación" la precocidad en el aprendizaje de la lectura le parece "un tremendo disparate". En cambio, en los países nórdicos "son más partidarios de retrasarlo porque entienden que, en la medida en que uno adquiera mayor competencia lingüística oral, tendrá mejor disposición de aprender la lengua escrita. Y están en lo cierto", apostilla. El hecho es que, recuerda Jiménez, "nuestro cerebro no está preparado para la lectura y la escritura como sí lo está para aprender la lengua oral", como lo demuestra el hecho de que todos los niños del mundo aprenden a hablar a la misma edad y sin un método de enseñanza, "en un contexto natural". "El aprendizaje de la lectura y la escritura no puede ser lo mismo", explica. Por ello, propone dotar a los niños de buenas condiciones para iniciarse en la lengua oral para luego hacerlo en "un segundo código": la expresión escrita.