Mezcla "nebulosa, pero determinante" de belleza, atractivo sexual, cuidado de la imagen y aptitudes sociales, el capital erótico tiene que servir a las mujeres, como muy bien saben ya los hombres, para progresar laboral, social o sentimentalmente. Al menos es lo que piensa la socióloga británica Catherine Hakim.

De ahí que invite a todas a utilizarlo "sin pudor, sin avergonzarse por ello". Una invitación que esta experta en empleo femenino y políticas sociales y familiares realiza desde las páginas de un libro polémico en Gran Bretaña, "Capital erótico. El poder de fascinar a los demás", que la editorial Debate ha publicado en España.

"Todavía hoy los hombres sacan más partido a su capital erótico que las mujeres. Una demostración más de discriminación sexual", opina Hakim, que pone como ejemplo de ello lo que ocurre en Hollywood, donde a igual talento y belleza, cuando no superiores, las actrices siguen cobrando menos por película que muchos actores.

Organizaciones feministas han acusado a Hakim de defender unas ideas más propias del siglo XIX o de mediados del XX, pero ella resta importancia a las críticas y asegura que lo que realmente plantea es "un nuevo feminismo".

"Un feminismo moderno, más combativo, más femenino y liberador. Preocuparse por la belleza -continúa- no tiene por qué ser limitador. Las mujeres no tenemos que avergonzarnos por estar o ser guapas; la belleza, como muy bien saben ya los hombres, tiene un valor económico real".

Según esta profesora de la London School of Economics, el feminismo radical ha caído en la misma trampa de lo que llama "ideologías patriarcales", que "han trivializado a conciencia, a su juicio, el capital erótico de las mujeres, para evitar que lo usaran en detrimento de los hombres".

Esta combinación de elementos estéticos, visuales, físicos, sociales y sexuales y que hace a hombres y mujeres atractivos a los ojos de "los otros", supone, sostiene Hakim, un activo personal más, "al que hasta ahora no se le había hecho caso, aunque la vida cotidiana esté llena de recordatorios de su importancia". Un capital que ella sitúa inmediatamente por debajo de la inteligencia y que hay que sumar al económico, al humano-cultural y al social que todo ser humano posee. "Tiene -señala- tanto valor como el dinero, la educación y los buenos contactos".

Como ejemplo de su uso inteligente, cita el caso del presidente Obama, "alto y atractivo, como han sido todos los presidentes estadounidenses". "En su caso -destaca- se dan talento político y capital erótico. Es un aspecto añadido e importante, aunque no determinante. No se puede alcanzar todo en base al capital erótico. Además hay que ser inteligente, tener formación y competencia política".

En el de la canciller alemana, Angela Merkel, con escaso o nulo capital erótico, dice, su poder indiscutible en una Europa en crisis "está basado en otros talentos". Hakim sí advierte ese capital en el presidente Sarkozy.

"Aunque bajito, es un hombre atractivo. Y listo. Una de las tácticas que utilizan los políticos que ni son guapos ni altos es buscarse una esposa alta y guapa. Todos lo hacen, invariablemente, y Sarkozy más que ningún otro", advierte.

"El atractivo físico y social -insiste- es una de nuestras principales bazas en la vida, seamos o no conscientes de ello, un activo que añadir a la inteligencia, la educación, los contactos sociales, las amistades y el dinero". En su libro, Catherine Hakim desarrolla una teoría sobre lo que identifica como "déficit sexual masculino". O lo que es lo mismo: "Los hombres, o casi todos los hombres, jóvenes y adultos, nunca están sexualmente satisfechos". En cantidad y calidad. Una teoría que contradice a quienes, "como muchas feministas", defienden que hombre y mujer tienen "el mismo apetito sexual".

Hakim lo niega radicalmente, y asegura que mientras ellos mantienen su voracidad sexual hasta, incluso, la vejez, "y esto ocurre en todas las culturas y en todos los países", ellas pierden el apetito cuando llega la treintena, momento que casi siempre coincide con la maternidad. Aunque pueda parecer sorprendente, supone "un punto fuerte para las mujeres".

Y es que, sostiene, "ese déficit sexual en los hombres es una ventaja que tienen las mujeres. Constituye -escribe- una segunda fuente de poder" para ellas. Es además, con diferencia, "la fuente más importante de demanda de servicios sexuales y ocio erótico de todo tipo". Para Hakim la "única solución" a ese desequilibrio permanente de interés y deseo entre hombres y mujeres "lo ofrece el sexo comercial", un eufemismo para referirse a lo que todo el mundo conoce como prostitución, cuya legalidad reclama a todos los efectos, "como cualquier otra actividad económica".

"Lo enigmático -escribe- no es que haya mujeres inteligentes y atractivas dedicadas a la prostitución, sino que no sean más las que lo elijan, por la posibilidad de ganar mucho trabajando relativamente pocas horas".

Hakim no encuentra "ni una sola razón" para no admirar a las personas que "explotan su capital erótico en todo lo que vale". Y es que, lo tiene comprobado, "a mayor capital erótico, mayor remuneración laboral". Una consecuencia del valor de la belleza, entre otras muchas.