La crisis económica no puede con el deseo de tener un bebé, incluso en aquellos casos en que el embarazo no se produce de forma natural y se tiene que recurrir a técnicas de reproducción asistida, y a pesar de que al pequeño le espere un futuro lleno de incertidumbres. Según datos del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI), uno de los principales grupos de medicina reproductiva, el pasado año se realizaron 26.324 ciclos de reproducción asistida frente a los 24.864 de 2010.

Los tratamientos más comunes son la fecundación in vitro (con o sin inyección intracitoplasmática de espermatozoides) y la fecundación in vitro con donación de ovacitos.

Cada vez se realizan con más frecuencia tratamientos de preservación de fertilidad en los que se guardan ovacitos para poder usarlos en el futuro.

Las cifras constatan que el anhelo de ser padres está por encima de las circunstancias económicas, según señala el doctor Antonio Requena, director médico del grupo IVI.

"Las parejas siguen considerando muy importante tener un hijo cuando se lo plantean y pienso que, en caso de haber problemas, hacen un esfuerzo muy grande para conseguirlo".

Aunque la demanda no suele tener carácter estacional, el doctor Requena reconoce que se da un aumento de primeras visitas a principios de año y tras la vuelta de las vacaciones.

Según datos de la Clínica Ginefiv, la demanda de información sobre los tratamientos de fertilidad puede aumentar hasta un 60 por ciento al inicio del año, respecto a otros meses.

Las fiestas navideñas marcan un punto de inflexión para aquellas parejas que el año anterior intentaron tener un hijo y no lo consiguieron.

Además, el año nuevo llega cargado de nuevos propósitos, entre los que figura el de ser madre y/o padre. "Tener un hijo es muy importante para el proyecto vital de vida", subraya la doctora Victoria Verdú, coordinadora de ginecología de Ginefiv. Aunque la demanda en esta clínica no ha descendido, esta doctora reconoce que, con la crisis, la gente se interesa más por el tema económico.

No obstante, constata que, "antes de prescindir de tener un hijo, la gente se quita de otras cosas".

El perfil de los que deciden someterse a un tratamiento de fertilidad es cada vez más amplio e incluye a todo tipo de parejas que tienen problemas para tener un embarazo de forma natural.

"Con frecuencia se trata de una pareja en la que los dos miembros están trabajando (por desgracia en estos tiempos, eso es menos frecuente) y que a veces hacen un esfuerzo para poder acceder a un tratamiento", precisa el doctor Requena.