Más del 90% de las reacciones adversas o incidentes que se producen en la asistencia sanitaria a los niños no se comunican por parte de las familias, según puso ayer de relieve la Asociación Española de Pediatría (AEP).

Para cambiar la situación, esta organización ha pedido la creación de un registro nacional sobre reacciones adversas e incidentes en la atención y manejo de los pacientes pediátricos, lo que permitirá conocer qué se puede mejorar, cuáles son los procesos que pueden suscitar errores y en qué fase se producen.

Esta petición coincide con una indicación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) a España para que mejore su sistema de notificación de efectos adversos tanto en la atención a adultos como a niños.

El presidente de la AEP, Serafín Málaga, subrayó la alta calidad asistencial que se ofrece al niño en España, como lo evidencia el hecho de que el índice de mortalidad infantil (3,2 por cada 1.000) sea uno de los más bajos del mundo.

No obstante, es preciso seguir mejorando en la seguridad ante las reacciones adversas e incidentes que se producen, algunos de los cuales se podrían evitar si se contara con un protocolo de actuación único aplicable a nivel nacional.

Aunque los efectos secundarios derivados de los errores de la medicación son los incidentes más conocidos y los que más preocupan a los profesionales, no son necesariamente los más frecuentes.

Se estima que entre el 2 y el 7% de los niños y adolescentes en tratamiento podría sufrir alguna reacción adversa a los fármacos, debidos sobre todo a fallos en la prescripción, la administración y la documentación.

Según el coordinador del Grupo de Trabajo de Calidad Asistencial y Seguridad en el Paciente de la AEP, Antonio Urda, estos fallos se ven favorecidos, en ocasiones, por una escritura poco legible o una escasa información sobre la dosificación y frecuencia de uso.

Para evitar estos problemas, la asociación apuesta por la implantación de una historia clínica electrónica única y por la prescripción electrónica tanto en las consultas hospitalarias como en la atención primaria.

El objetivo de los pediatras es que el registro incluya no solo estos errores, sino otros incidentes derivados de la estructura organizativa, del mecanismo de comunicación o del propio proceso asistencia, que pueden ir desde la pérdida de una historia clínica a la caída de un niño por las escaleras mientras está hospitalizado.

Así lo señaló el doctor Antonio Jurado, de la Junta Directiva de la AEP, quien advirtió de que no se puede lograr la calidad asistencial sin seguridad, por lo que "hay que buscarla absolutamente en todos los aspectos".

El doctor Urda manifestó su orgullo por el alto nivel adquirido en la asistencia sanitaria infantil en España, si bien advirtió de que el objetivo es lograr una calidad asistencial de excelencia.

Para ello, habrá que identificar unos indicadores propios que midan la calidad de la asistencia pediátrica, pues hasta ahora solo se dispone de indicadores globales.

Urda explicó que un indicador, por ejemplo, es conocer cuántos niños asmáticos reingresan, lo que permitirá evaluar si se actúan bien en el manejo de esta enfermedad.

"Haciendo caso de la recomendación de la OMS, queremos dar un paso más, y no solo conocer las incidencias desde el punto de vista del paciente hospitalizado sino en todo el proceso asistencial (desde que el niño sale de casa enfermo hasta que regresa a su domicilio)", dijo Urda.

Este pediatra puntualizó que hay que diferenciar entre tipos de incidentes, pues no todos terminan en efectos secundarios que conllevan la muerte o tienen consecuencias irreversibles. Éstos son los menos frecuentes y representan entre un 1 y un 2 por ciento del total.

Una de las mayores preocupaciones de los pediatras es incidir en la necesidad de diferenciar esta especialidad médica de otras. En este sentido, el presidente de la AEP aseguró que "el niño no es un adulto pequeño".