La prueba de sangre oculta en heces y la colonoscopia son igual de eficaces para la detección precoz del cáncer de colon, pero la primera estrategia tiene un coste mucho menor que la segunda, unos dos euros frente a 150 o 180, y además es más aceptada por las personas susceptibles de padecer la enfermedad.

Estas son algunas de las conclusiones preliminares de un estudio, en el que ha participado el Hospital Universitario de Canarias, que compara las dos estrategias que se utilizan normalmente para detectar este tipo de cáncer, que se puede diagnosticar precozmente, es decir antes de que la persona note algún síntoma.

Una enfermedad que padecerá a lo largo de su vida una de cada 20 personas, pero que si se detectara a tiempo se podría curar en el 90% de los casos, de ahí la importancia de este estudio que certifica el éxito de los test no invasivos en su detección, según explicaron ayer los doctores Antoni Castells, director del Instituto de Enfermedades Digestivas y Metabólicas del Hospital Clinic de Barcelona, y Enrique Quintero, jefe del Servicio de Aparato del Hospital Universitario de Canarias.

Los resultados iniciales del estudio, promovido por la Asociación Española de Gastroenterología (AEG), abren la puerta a que sea más fácil y viable un cribado masivo de este tipo de cáncer entre la población de riesgo, hombres y mujeres de 50 a 69 años.

Es "una posibilidad muy cierta", según Castells, que se puede poner en marcha con programas organizados y dirigidos por el sistema de salud y supondría un menor coste económico y financiero a la hora de abordar esta patología.

Se trataría de realizar esta prueba, muy sencilla, similar a la de la orina, a cerca de 11,5 millones de personas, es decir la población de riesgo, lo que costaría alrededor de 22 millones de euros frente a los 900 millones anuales para abordar el cáncer avanzado con síntomas.

En el estudio, que se ha desarrollado en cuatro años y ha sido cofinanciado por el Instituto de Salud Carlos III y la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), han participado 200 investigadores, 15 hospitales y 60.000 personas de ocho comunidades autónomas, a las que les adjudicaron de forma aleatoria una de las dos pruebas.

La participación fue superior en la prueba de sangre oculta en heces (34%) que en la colonoscopia (25%), e incluso 1.600 de las personas a las que les había sido adjudicada la segunda prueba decidieron cambiar a la primera.