Los expertos recomiendan el empleo de probióticos, unos microrganismos vivos que, administrados en la cantidad adecuada, aportan un beneficio a la salud, en todos los episodios de infecciones vaginales para evitar posibles recaídas.

Ésta es una de las conclusiones del Congreso Nacional de Salud y Medicina de la Mujer (SAMEM), que se clausura hoy en Madrid, dada la evidencia científica actualmente disponible sobre este tratamiento que ha expuesto en una ponencia José Luis Neyro, del servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital Universitario de Cruces.

Al menos el 30% de las mujeres que acuden a las consultas sufre vaginitis, infecciones que son causa o consecuencia de un desequilibrio de la microbiota vaginal, y de ahí "la importancia de mantener en equilibrio este ecosistema", ha declarado el doctor.

Aunque pueden ser asintomáticas, en ocasiones se manifiestan con cambios en el aspecto del flujo, en su color y espesor, con un fuerte olor, picor en la vulva y escozor vaginal, sequedad al utilizar tampones o molestias en las relaciones sexuales.

Neyro ha recordado que, en la práctica clínica diaria, ante una infección vaginal se prescribe habitualmente un antibiótico o antifúngico, pero "sin repoblar la microbiota vaginal para devolver el equilibrio perdido, probablemente por la propia infección o por la propia terapia".

De hecho, ha confesado que "aún no está claramente dilucidado si la mayoría de las infecciones vaginales son la causa o la consecuencia de la alteración de la microbiota vaginal".

Los probióticos, según el experto, se presentan como una nueva terapia coadyuvante en infecciones vaginales y, sin embargo, hasta ahora solo se prescriben por el 25% de los ginecólogos en las pacientes con más de cuatro episodios de vaginitis anuales.

"Teniendo en cuenta que el 75% de las mujeres experimenta por lo menos una vaginitis a lo largo de su vida y que más del 50% repite el episodio entre dos y cuatro veces en un año, tenemos en esta nueva terapia una opción válida de terapia como coadyuvante tras el tratamiento antiinfeccioso elegido", ha sentenciado.

El ginecólogo ha hecho hincapié en que hay una evidencia científica importante, fundamentalmente en la disminución de la repetición de las infecciones, mediante la utilización de especies "muy comunes" en la microbiota vaginal como lo son la Lactobacillus gasseri o L.rhamnosus.

Y es que la vagina está colonizada por microrganismos que forman su flora normal. El recuento de bacterias en la zona ronda las 100.000 por mililitro y está constituida por distintas especies aerobias y anaerobias, entre las que está la llamada flora láctica, que mantiene el pH vaginal, es decir, su nivel de acidez o alcalinidad adecuados.

Neyro ha destacado también los avances en la investigación de la terapia con probióticos en embarazadas, para prevenir la rotura prematura de las membranas o para disminuir la presencia de Estreptococos beta-hemolítico agalactiae.

"Hay estudios que demuestran que existe una sinergia entre las bactericinas de dos cepas de Lactobacillus (rhamnosus y fermentum) sobre el Estreptococo del grupo B", ha comentado, en alusión a este patógeno que en embarazadas puede causar infecciones neonatales "muy serias" en el recién nacido.

El especialista ha apuntado que es, de hecho, el responsable de la mayoría de las sepsis neonatales asociadas a fiebre intraparto o a la rotura prematura de membranas.