YA es sabido que la Comisión de baremación del concurso de FM en Canarias, introdujo a la "vista la casuística", dos meses después de abiertas las ofertas y con la excusa de realizar aclaraciones a los criterios establecidos en las bases, algunas cuestiones que modificaron sustancialmente las reglas del juego y que de haber sido conocidas por los licitantes con antelación, hubieran sido suficiente para variar el contenido de sus ofertas de programación, o por lo menos las mismas hubieran estado orientadas de forma distinta.

A partir de ahí, hablar de transparencia parece una broma; chanza que habría que tomarse como tal si no luciera anudada a las nefastas consecuencias que ha tenido y tendrá. Antes para los trabajadores de aquellas empresas que vieron frustradas injustamente sus expectativas, y ahora para los que prepararon este explosivo administrativo de efectos retardados que ha empezado a estallar en las manos de sus autores, que se han empeñado tozudamente en demostrar que los problemas se solucionan de la misma manera que cuando se crearon.

Esos criterios "vista la casuística", igual que alfileres de costura, se ajustan al talle de sus destinatarios. Esa será la segunda parte del escándalo. Ver como el traje a algunos les queda como un guante y para otros no hay alfileres que recojan la tela sobrante. Comprobaremos que se determinó lo que debía considerarse boletín informativo no ya por su configuración peculiar o formato de programa, dice el diccionario de la RAE: "Conjunto de noticias que, a horas determinadas, transmiten la radio o la televisión" sino por su duración; superando los diez minutos, por la gracia de la comisión de valoración, dejaba de ser boletín informativo y se convertía -como la calabaza de Cenicienta-, en programa de actualidad, dejando limitada la competencia en ese criterio sólo a los licitantes cuyos boletines sí cumplían la condición de duración temporal, que la comisión, sobre la marcha se había sacado de la chistera.

Aumentaba así sobremanera la expectativa de puntuación, al ser menor en número sus competidores. Además, esa interpretación hunde en la miseria de los puntos a aquellos que ofrecían en su programación diarios informativos, muchos más exigentes tanto recursos materiales y personales, y por lo tanto, más costosos. Estos, por mor del criterio introducido eran metidos también en el saco de "la programación de actualidad", incluidos también con los programas Rosa "de actualidad", epíteto que añadía a su antojo la comisión de valoración al tipo de programación que interesaba encajar en las que otorgaban mayor puntuación. Son ejemplo los programas turísticos "de actualidad" y los programas rosa "de actualidad". Así, fruto de la sesuda actuación de la comisión de valoración, los programas "canarios" de prensa rosa se valoraron más del doble que los programas culturales o educativos o de las tradiciones canarias. ¡Todo un ejemplo.

De las palabras del Viceconsejero de Comunicación el 9 de Junio del año pasado, defendiendo el trabajo de la comisión nos quedamos con estas: "la labor de la mesa ha sido puramente matemática". Ahora, se sabe también que además de matemática pudo ser calculada.