Reducir la exposición a ciertas sustancias químicas sintéticas presentes en el medio ambiente, nuestro entorno y en los lugares de trabajo podría ser esencial para prevenir la obesidad y la diabetes, según un estudio de la organización Chem (Chemicals, Health and Environment Monitoring) Trust.

El trabajo, coordinado por los investigadores Miquel Porta, de la Universidad Autónoma de Barcelona, y Duk-Hee Lea, de la Kyungpook National University de Corea del Sur, ha revisado más de 200 estudios que sugieren que la exposición a ciertas sustancias químicas está relacionada con el aumento de la obesidad y la diabetes.

La población general está expuesta a estas sustancias diariamente (denominadas obesógenas y diabetogénicas), principalmente a través de los alimentos y productos de consumo, pero también en sus propios lugares de trabajo.

Miquel Porta advierte de que tener en cuenta la exposición a ciertas sustancias es especialmente importante para las mujeres en edad reproductiva y las embarazadas, ya que el feto en desarrollo en el útero es quien presenta mayor riesgo.

Dichas sustancias, que alteran el sistema hormonal y pueden incidir en el desarrollo de estas enfermedades, están presentes en plaguicidas y biocidas, envases y juguetes de plástico, resinas epoxi y detergentes, entre otros artículos de uso común. También se encuentran en metales (plomo, arsénico o tributil estaño) usados en la industria y en contaminantes ambientales y laborales, como el humo de los motores diésel y del tabaco.

Según la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad, esta afecta a 150 millones de adultos y 15 millones de niños en Europa (al 20 por ciento de la población adulta y al 10 por ciento de la población infantil de nuestro continente).

El 23% de la población española de más de 18 años tiene obesidad, enfermedad que está presente en el 35 por ciento de los mayores de 65 años.