Liberia Hernández, protagonista de uno de los episodios más singulares de "niños robados" conocidos hasta ahora en la Casa Cuna de Tenerife, ha tenido que esperar medio siglo para que se empiece a hacer justicia por el daño moral que sufrió. Hace 50 años que una monja la sacó de Tenerife en barco para entregarla a unos "padres adoptivos" con los que nunca pudo identificarse y que nunca supieron hacerla feliz ni como niña, ni como joven. Pero Liberia no desfalleció a la hora de reclamar su identidad, de regresar a Tenerife, donde tenía a su familia biológica, y de volver a ver a su madre natural, que iba a visitarla a la Casa Cuna.

Todos esos objetivos los ha cumplido. Ahora le falta que la Administración de Justicia reconozca el delito por el que le arrebataron la posibilidad de vivir su niñez, adolescencia y parte de su madurez junto a sus seres queridos.

Liberia Hernández, que reside en la ciudad alicantina de Alcoy, manifestó ayer que "estamos esperando a que la Fiscalía de Santa Cruz de Tenerife cite a declarar a sor Juana Alonso".

Sor Juana es la monja nonagenaria que era la máxima responsable de su congregación religiosa en el Jardín Infantil durante décadas, y a la que varias personas que pasaron por dicho centro señalan como una de las responsables de adopciones irregulares.

Y algunos investigadores, como el sociólogo Francisco González de Tena, aseguran que esa red podía tener un ámbito no solo de carácter nacional, sino internacional.

Liberia Hernández señala que ya sus hermanos declararon ante la Fiscalía de Santa Cruz de Tenerife por la denuncia de su caso.

Otras monjas

Liberia también ha puesto como posible testigo a la exmonja Mercedes Sánchez, que ha manifestado públicamente su apoyo a la causa de los "niños sin identidad".

Supuestamente, Sánchez pudo participar en el traslado de niños dentro del territorio nacional por órdenes expresas de sus superiores jerárquicas en la congregación religiosa que regía en la Casa Cuna.

Otra monja incluida como testigo en el caso es María Soler Guerola, que era familia de los padres adoptivos de Liberia y que supuestamente fue quien la sacó de Tenerife en el año 1962 para llevarla hasta Alcoy. Hace cincuenta años, María Soler trabajaba en el Hospital Psiquiátrico de Tenerife como integrante de la misma congregación que gestionaba la Casa Cuna.

Y Liberia espera recibir pronto el exhorto que la Fiscalía de Santa Cruz de Tenerife debe enviar a su homóloga de Alicante y a un juzgado de Alcoy para poder relatar su historia ante la fiscal Carmen Almendral.

Antes de embarcar hacia la Península, Liberia fue llevada al Hospital Psiquiátrico y después a tiendas de la calle del Castillo para comprarle ropa, "porque de la Casa Cuna salí con lo puesto". Después, fue sacada en el maletero de un coche, para que nadie descubriera la operación, hasta el puerto de la capital tinerfeña.

Esta mujer comenta que en 1962 tenía ocho años, "suficientes como para no olvidarte de muchos detalles de los que me acuerdo como si fuera ayer". Cuando llegó a Alicante, su nueva "madre" tenía 59 años y vestía de luto riguroso por la muerte de un familiar. Un color negro que marcó su vida en los años posteriores. Y en cuanto a lo que espera de la declaración de las monjas en su caso, Liberia opina "que no reconocen el daño que han hecho y nunca lo harán", porque "no han sido madres", ni se han puesto en el lugar de ellas, ni por su edad van a cambiar su postura, "ya que están convencidas de que hicieron una obra de caridad". Sor Juana Alonso y sor María Soler Guerola pertenecen a la misma congregación religiosa de sor María Gómez Valbuena, la monja que el pasado jueves se negó a declarar ante un juzgado madrileño por un caso similar y continúa imputada.