Un estudio científico ha constatado un aumento de ballenas azules en las costas del sur de Chile, donde entre enero y abril aprovechan la gran cantidad de krill (crustáceos malacostráceos) que se produce en esa zona del Pacífico para alimentarse.

Aunque el mamífero más grande del planeta se mantiene como una especie en peligro de extinción, científicos del Centro Ballena Azul de la Universidad Austral de Chile han avistado cerca de 115 grupos de estos cetáceos a pocas millas de la costa de Valdivia, a 835 kilómetros al sur de Santiago.

Según explicaron hoy Rodrigo Hucke y Jorge Ruíz, responsables de la investigación, los resultados obtenidos son significativos ya que permiten estimar que la especie ya no sólo se alimenta de los cuantiosos nutrientes que se producen en las aguas del archipiélago de Chiloé, a 300 kilómetros al sur de Valdivia.

"Lo que estamos viendo al extender hacia al norte nuestras prospecciones es que tenemos una área de alimentación más grande de lo que pensábamos y eso son 600 kilómetros lineales de costa idónea para que se alimenten", relató Hucke.

Las aguas del litoral chileno se caracterizan por producir una gran cantidad de nutrientes que, según los científicos, son ideales para la alimentación del mamífero más grande de la Tierra.

Y es que hasta inicios del siglo XX, la costa chilena albergaba una importante colonia de esta especie que aprovechaba las óptimas condiciones de las aguas australes para nutrirse de krill.

Pero, la población de ballenas azules se vio reducida al uno por ciento debido a las capturas indiscriminadas que se produjeron en el país austral durante el pasado siglo.

Así, desde la década de los 90, cuando se iniciaron en Chile los primeros estudios sobre la presencia de cetáceos, los científicos han observado un aumento de ballenas azules que, tras aparearse en aguas ecuatorianas, nadan hasta las costas del sur de chile para alimentarse durante el verano austral.

"Toda la costa chilena fue una zona ballenera en el pasado. Si seguimos aumentando las áreas de investigación podemos encontrarnos con sorpresas y constatar que las ballenas se están recuperando en la costa del norte y el centro del país", auguró Jorge Ruíz.

Asimismo, la investigación pretende evaluar si es posible desarrollar programas de turismo de avistamiento de ballenas azules en la región.

En este sentido, los científicos se muestran cautos ya que, según sus indagaciones, las ballenas azules son bastante móviles y cambian de zona dependiendo de la oferta de alimentos.

"Son zonas donde se podría desarrollar el turismo por la navegabilidad y por la presencia de ballenas durante el verano. Pero también queremos que todo salga bien y evitar que se instalen muchas iniciativas turísticas que causen un impacto negativo", avisó Ruiz.