Mujer de franca sonrisa que acompaña de un mensaje optimista y de un amplio bagaje en el campo de la psicología, Alejandra Vallejo-Nájera, escritora y divulgadora científica que además es autora de numerosos libros que versan sobre temas que abarcan casi todas las edades y estados del ser humano, atendió ayer a EL DÍA en la terraza de un céntrico hotel de la capital tinerfeña, horas antes de la presentación de "Hablemos de felicidad", una obra editada por el Instituto Coca-Cola de la Felicidad que recoge los testimonios de destacados científicos, políticos, escritores y deportistas que participaron en el I Congreso Internacional de la Felicidad. El texto recorre los elementos que se necesitan para ser feliz así como el camino para alcanzar ese ansiado estado de bienestar.

Aunque este entorno es maravilloso (la soleada y elegante terraza de un hotel capitalino), da cierto reparo hablar de búsqueda de la felicidad en los tiempos que corren y cuando las preocupaciones de la gente son otras.

Tú lo acabas de decir. Resulta que siete de cada diez canarios aseguran sentirse felices a pesar del momento que estamos viviendo, luego los seres humanos sabemos que hay salida. A veces no sabemos dónde está la salida o esperamos que nos la enseñen otros pero con solo echar la vista atrás, y repasar las tragedias que han asolado a las poblaciones, comprobamos que la gente ha salido victoriosa. Precisamente este es un momento de dificultad donde hay que apostar por las soluciones porque existen y porque están.

Lo que ocurre es que la situación general no ayuda. Hace solo unos días, Cruz Roja hacía un llamamiento por los 300.000 ciudadanos de este país que viven en situación de "extrema vulnerabilidad", una vulnerabilidad que hace que haya un cambio de prioridades vitales.

¿Pero quién ha dicho que la vida no tenga problemas? Uno de los mayores enemigos de la conciencia de felicidad es creer que todo es gratis. La vida es problemática, gracias a lo cual se desarrolla nuestro cerebro y lo hace porque soluciona problemas, dificultades que van cambiando según el ciclo de la vida. ¿Cuál es la estrategia base que nunca falla?... El movimiento. Cuando tenemos el deseo de que todo vuelva a ser como era, es un deseo bastante inútil, que te paraliza y que hará muy trágica tu vida porque salir de los problemas exige analizarlos, exige moverse.

Parece una mezcla de esfuerzo, trabajo y algo de acomodación a lo que nos toca vivir dejando un poco de lado la lucha.

Es que la lucha no tiene por qué ser tan espantosa. Fíjate, le preguntas a cualquier deportista de alto rendimiento, con la dureza con la que se entrenan y la renuncia que hacen a los placeres y al ocio de los que nos beneficiamos quienes no lo somos, y sin embargo les compensa. Ese esfuerzo saben que lo están haciendo pero no es una cosa tediosa y horrible sino algo que busca un fin mejor, un beneficio mayor. Nos ha ido muy bien muchos años, con beneficios espectaculares a muy corto plazo, y nos hemos creído que esto es así. Pues no. Hay que saber que la recompensa llegará, que no necesariamente es la que estamos pensando y quizá no se pueda acceder a ella por el mismo camino que hemos venido utilizando hasta ahora. Hay que estar motivado para moverse, no hay nada que predisponga más a la depresión que la parálisis, porque te estanca y te envenena. Hay que moverse.

¿Y qué ocurre con los niños y adolescentes que sufren, a través de los adultos, el ambiente del entorno en el que viven?

Pensar que la infancia tiene que ser una juerga continuada es un error. Los niños sufren mucho, les cuesta aprender a vivir la vida. Uno de los mayores errores que hemos cometido los padres de esta generación es que los hemos hiperprotegido y en el afán de que tu hijo no sufra, les estamos evitando que aprendan a sortear los obstáculos de la vida que siempre existen y que se van a manifestar tarde o temprano. Por otro lado, los niños forman parte de una familia que tiene que ser un todo y la familia es un bien social, de manera que si los padres están en una situación de angustia, no hay que trasladarles algo que ellos no pueden solucionar porque no tienen ni edad ni madurez para eso. Pero tampoco hay que eliminarles la idea de que no existe sino trasladarles que juntos pueden.

En 2003, Adán Martín, presidente de esta comunidad ya fallecido, fue cuestionado porque en su discurso de investidura proclamó su intención "de conseguir las condiciones para la felicidad de las personas". Son cuestiones a las que siempre parece acompañar cierta dosis de jocosidad.

La felicidad es un estado de bienestar donde confluyen las aspiraciones y las oportunidades y donde se hace algo para conquistar algo o se utiliza todo el potencial para una conquista mayor. Quizá a la gente joven lo que pasa es que ha perdido el placer de la conquista y solo se quiere quedar con el placer. Y la felicidad siempre lleva asociada una conquista. La reflexión debe ir orientada a que cada minuto que pasa no se va a volver a repetir, por eso hay que asumir la responsabilidad y la capacidad para que este minuto sea el mejor posible. Eso lo comprobamos en el I Congreso de la Felicidad, donde gente del mundo del deporte extremo como Edurne Pasaban, una mujer muy bella que ha sufrido horriblemente en su infancia, salió victoriosa a través del deporte, algo que ni siquiera hubiera imaginado siendo niña.

¿Cuál debería ser el recorrido para alcanzar la felicidad?

Hay que concentrarse en el ahora sin centrarse en el pasado ni en el futuro ni permitirse la queja porque eso es muy tóxico.