Los países reunidos esta semana en la Asamblea general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) están divididos ante la creación de una Convención que establezca la obligatoriedad de contribuir con el 0,01 % del Producto Interior Bruto (PIB) a I para enfermedades olvidadas.

Un informe elaborado por un grupo de expertos reveló que anualmente se invierten 3.000 millones de dólares en Investigación y Desarrollo (I) sobre enfermedades abandonadas, pero que se necesitaría el doble, 6.000 millones.

Al inicio de la Asamblea se presentaron dos proyectos, uno redactado por Kenia, que pide la creación de la Convención y que el proceso se autorice durante esta semana, y otro, avalado por Suiza, que solicita un año más para estudiar si el tratado es necesario o no.

Cuando comenzaron ayer las discusiones se añadieron otros dos proyectos: uno de Estados Unidos, apoyado por Canadá, Japón y Mónaco, entre otros países, que cree que no es necesario un acuerdo mundial y rechaza la obligatoriedad del compromiso financiero.

El otro documento, presentado por los países de la Comunidad de Estados Sudamericanos (Unasur) con el apoyo de otros estados latinoamericanos, pide la creación de un grupo de trabajo que determine los elementos que debería incluir la Convención y, sobre todo, los objetivos de la misma.

Este grupo de trabajo tendría un año más para realizar su labor y elaboraría un informe a presentar y discutir en la Asamblea del año próximo.

"Lo que está sucediendo es una lucha de proceso. Es ver quien impone el ritmo, si se acelera el tema o no. El problema es que hay posiciones muy encontradas, mientras, en general, los países en desarrollo y los emergentes quieren una Convención fuerte, los ricos la rechazan, sobre todo por la parte financiera", explicó Judit Rius, de Médicos Sin Fronteras (MSF).

La Unión Europea (UE) es reacia a la obligatoriedad del compromiso financiero y Estados Unidos, que en la práctica ya implementa e incluso supera la contribución del 0,01% del PIB, se muestra contrario a tener que compartir conocimiento y, sobre todo, a la necesidad de seguir unas directrices.

"El informe señaló la necesidad de que haya una coordinación global sobre qué hay que investigar, hacia donde hay que ir en función de las necesidades reales, no de las prioridades de un determinado grupo de países, o de un donante", agregó Rius.

Un modelo de "ciencia abierta" que los países desarrollados, por ahora, rechazan.

Para desbloquear el tema se ha creado un nuevo grupo de trabajo que tiene por objetivo fusionar los cuatro proyectos de resolución en uno aceptable para todos, para que sea aprobado antes del fin de la Asamblea, este sábado.

MSF recuerda que actualmente la investigación médica está basada en los beneficios que las farmacéuticas pretenden obtener una vez el medicamento esté en el mercado, por lo que no crean productos que deberán venderse en países en desarrollo sin recursos para comprarlos.

Las enfermedades olvidadas afectan a más de 1.000 millones de personas en el mundo, la mayoría pobres de las zonas rurales de los países menos desarrollados.