En un momento en el que el prefijo "eco" se usa en arquitectura como cierto reclamo publicitario, Barcelona acaba de levantar su primer bloque de viviendas con certificación energética A, una obra del estudio SaAS para el Patronato Municipal de la Vivienda que aúna sobriedad, eficiencia y biohabitabilidad.

Esta calificación -que va de la A, para los edificios más eficientes, a la letra G, para los menos- está recogida en la directiva europea de nuevas construcciones y es una catalogación que permite a los residentes saber cuáles son las características energéticas, especialmente de consumo, de las casas que van a habitar, algo que puede ser importante a la hora de decantarse por una compra.

Para este nuevo bloque de 94 viviendas repartidos en siete plantas, ubicado en un irregular solar en el distrito tecnológico 22@ -una zona de reducido uso residencial- el estudio que dirige Joan Sabaté ha optado por crear un edificio elegante y contenido en lo formal, pero muy exigente a la hora de reducir su demanda energética, unas cuatro veces inferior de media al de un bloque "convencional" actual.

La edificación, cuyas fachadas están construidas con un sistema de placas de aislamiento especial de 12 centímetros, que permite una fachada ventilada, con unas persianas-celosías de madera que sin impedir que entre luz sirven de protección solar eficiente, cuenta con un patio interior de vegetación que sirve además para crear un espacio comunitario para los vecinos, explica Sabaté a Efe.

Para la obtención de su correspondiente categoría de eficiencia, los edificios deben superar unas prescripciones relativas tanto a la envolvente de la construcción como a los sistemas térmicos de calefacción, refrigeración, agua caliente sanitaria e iluminación.