El curso "Biblia y hermenéutica", coorganizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) y el Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias (Istic), finalizó ayer en La Laguna. Durante la última tarde se contó con la participación de Juan Barreto, profesor de Filología Griega en la ULL, especialista en el Evangelio de San Juan; y la doctora en Teología por la Universidad de Deusto, Bilbao, Carmen Bernabé, también profesora de Nuevo Testamento en la Universidad vasca. Esta teóloga abordó los temas de la "hermenéutica bíblica feminista" y el "subjetivismo en la Biblia". Para Bernabé, "la mujer en la Iglesia juega un papel menor del que debería jugar".

Realizó usted su tesis sobre María Magdalena y varias ponencias suyas en este curso han ido dirigidas preferentemente a la "hermenéutica bíblica feminista". ¿Qué papel desempeña hoy la mujer dentro de la Iglesia?

Tiene un papel mucho menor del que podría y debería jugar para el bien de la misma institución eclesial.

¿Los jóvenes dentro de la Iglesia son conscientes de la importancia que conlleva la mujer en el Pueblo de Dios?

Depende de qué se entienda por importancia. Se puede reconocer teóricamente importancia, y en la práctica mantenerla en un estado de minoría de edad, porque la importancia que se le reconoce está definida desde parámetros unilaterales. Suele decirse que a las mujeres no hay que subirlas al altar, hay que dejarlas que trabajen, aporten, propongan y decidan en pie de igualdad, sin apelar a su parte propia de responsabilidad, definida, por otros, en función del sexo. Existe una historia por descubrir y un camino apasionante a recorrer.

Ser teólogo es para muchos algo extraño, pero ¿ser mujer y teóloga?

En España sí lo es, aunque menos que hace 20 años. En Europa mucho menos; en Estados Unidos no lo resulta nada extraño.

Usted propone una lectura actual no subjetiva para la Biblia, ¿cuál es esa lectura?

El título de la ponencia alude a que es posible una lectura de la Biblia que no sea, por un lado, fundamentalista, es decir, que no esté basada en una interpretación literalista de la Biblia, que supone concebirla como una palabra escrita sobre una piedra, cuando debe ser posibilitadora de un encuentro liberador y plenificante; y, por otro, que tampoco sea una lectura y una interpretación espiritualista y subjetiva de la Biblia, donde cada persona puede encontrar recetas instantáneas a sus problemas, sin tener en cuenta lo que quería decir a sus destinatarios primeros. Esto requiere una exégesis que emplee los métodos críticos y sitúe el texto en su contexto y una hermenéutica o actualización que haga relevante y vivo su mensaje y el acontecimiento para las comunidades actuales.