La OCDE alertó ayer de que el gasto sanitario en los países de la Unión Europea (UE) ha caído por primera vez desde 1975, y advirtió sobre la necesidad de vigilar las consecuencias que ese descenso pueda tener sobre la población.

El organismo indica en su informe "Panorama de la Salud 2012" que en 2010, el último año del que se recaban los datos, hubo una caída media del 0,6%, lo que invierte la tendencia al alza registrada antes de la crisis económica.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) recuerda que entre los años 2000 y 2009 se produjo un crecimiento medio anual del 4,6%, y que en esos años el gasto sanitario por persona se llegó a incrementar en algunos Estados a un ritmo cuatro veces superior a los ingresos.

El mayor descenso, según la OCDE, tuvo lugar en Irlanda, con una caída del 7,9% en 2010, seguido de Estonia y de Grecia, donde los porcentajes llegaron al 7,3% y al 6,7%, respectivamente, mientras que en España la caída se situó justo por encima de la media de europea, con un retroceso del 1%.

La OCDE destaca que a partir de 2010 empezaron a tener efecto las medidas dirigidas a reducir ese tipo de gasto como parte de los esfuerzos por minimizar los déficits presupuestarios, y advierte del impacto a largo plazo sobre los objetivos fundamentales de los sistemas sanitarios.

El organismo deja constancia, además, de que la crisis económica se ha notado también en el gasto farmacéutico, que de 2000 a 2009 creció de media un 3,2%, pero registró un crecimiento nulo un año después.

Igualmente, la OCDE lamenta que tan solo el 3% del presupuesto sanitario se dedicó en 2010 a programas de prevención de enfermedades, pese a que ese tipo de inversiones, según el informe, son mucho más efectivas en términos de coste que las que luego se deben dedicar al tratamiento de las enfermedades en el futuro.

El 73% del gasto sanitario recae en el sector público, un dato que no ha variado significativamente en los últimos 20 años, recuerda el organismo. Pese a los recortes, se ha dado un aumento en el número per cápita de doctores, que ha pasado de 2,9 por cada 1.000 habitantes en el año 2000 a 3,4 en 2010.

Ese aumento no evita que persista un desequilibrio entre el número de médicos especialistas frente a los generalistas, que la OCDE atribuye a una mayor remuneración de los primeros y a un menor interés en las actividades que practican los médicos de familia.