La mayoría de los hombres con curvatura del pene o enfermedad de Peyronie no son conscientes de que la sufren y no se tratan, advierten el Centro de Urología, Andrología y Salud Sexual (CUASS) de Palma y el Instituto de Medicina Sexual (IMS) de Madrid.

Ambos centros han realizado una revisión de estudios sobre el tema, según han informado en un comunicado conjunto, donde se recuerda que existe tratamiento farmacológico, físico y quirúrgico para mejorar la calidad de vida de los pacientes y sus relaciones sexuales.

Uno de cada diez hombres mayores de 40 años padece esta patología, según indica un reciente estudio de la revista "The Urologic Clinics of North America".

El principal obstáculo para no recibir el tratamiento correspondiente es que los hombres no reconocen que tienen esta patología caracterizada por una fibro-esclerosis del pene, debida en la mayoría de casos a la rotura de los vasos sanguíneos de los cuerpos cavernosos del miembro masculino.

Una reciente investigación publicada en "The Journal of Sexual Medicine" analizó la percepción que tenían casi 200 hombres y comprobó que más del doble subestimaban la curvatura de su pene, con una clara diferencia con lo que observaron los médicos.

El doctor Mariano Rosselló Barbará, director del CUASS y del IMS, afirma en el comunicado que hoy en día existen muchos prejuicios dentro del campo de la medicina sexual, por lo que muchos hombres no consultan sus problemas por vergüenza o desconocimiento.

Rosselló asegura que la enfermedad de Peyronie es un trastorno "infradiagnosticado" que puede aparecer entre los 20 y 80 años, situándose la media en los 50.

La enfermedad se mide en grados y su evolución es variable, aunque tiende a ser progresiva. Existen muchos factores que pueden estar implicados en su origen como la existencia de infecciones, la predisposición genética, los problemas vasculares, la ingestión de determinados fármacos, la diabetes o la hipertensión.

En la mayor parte de los casos, la enfermedad tiene su origen en microtraumatismos repetidos de los vasos sanguíneos de los cuerpos cavernosos del pene que suceden durante la relación sexual.

Sus principales síntomas son dolor durante la erección, pérdida de rigidez, curvatura progresiva, placa o nódulo fibroso en el pene o acortamiento del mismo, lo que dificulta bastante la práctica de relaciones sexuales.

Esta dificultad ocasiona problemas psicológicos como ansiedad o falta de autoestima, y otros que afectan a la pareja como insatisfacción, falta de deseo o incluso dolor coital ya que la vagina debe acomodar un pene con un grado de curvatura muy pronunciado, advierte el especialista.

Otro estudio publicado en "The Journal of Sexual Medicine" analizó a más de 800 hombres con curvatura de pene entre 30 y 90 grados. El 70,8 % de ellos manifestó tener dificultad para realizar el coito y el 80,4 % reconoció que el número de relaciones sexuales mantenidas eran menos frecuentes.

El tratamiento farmacológico consiste en la administración de testosterona, estrógenos, vitamina E o corticoides, pero según el especialista mallorquín existe controversia sobre la eficacia de los mismos porque no existe un estudio científico que realmente haya demostrado la eficacia para corregir o frenar esta enfermedad.

Para los casos en que la enfermedad está en su fase inicial se recomienda el uso de técnicas como la iontoforesis. Además, existen tres técnicas quirúrgicas para hacer frente a la misma.