El director del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), Rafael Rebolo, ha destacado hoy que con la detección de las huellas de ondas gravitacionales primordiales que se generaron tras el Big Bang se ha abierto una ventana hacia la física de muy altas energías.

El descubrimiento de esas ondas ha sido anunciado por un equipo de científicos de Estados Unidos, dirigido por John Kovac, y quienes lo han logrado mediante el telescopio BICEP2, ubicado en el Polo Sur.

Rafael Rebolo ha señalado que el descubrimiento anunciado por el Centro Harvard-Smithsonian para la Astrofísica de Massachusetts (EEUU) y recogido por la revista británica "Nature", es la primera ventana que se ha abierto hacia las energías que involucran la teoría de la unificación de las fuerzas elementales, en concreto de todas las fuerzas menos la gravitatoria.

Lo que se ve, indicó Rafael Rebolo, es que esas energías son extraordinariamente altas, inalcanzables para cualquier experimento en laboratorios de partículas de la Tierra, y sólo posible en el acelerador cósmico del origen del Universo.

El director del Instituto de Astrofísica de Canarias se mostró convencido de que algún día se comprenderá la física de esas formas de energías que dominaron los primeros instantes del Universo e incluso se utilizarán, pero en la actualidad ni siquiera se es capaz de concebirlas.

Como referencia indicó que la energía que se produce en el Sol es infinitamente más pequeña.

Rafael Rebolo, que desde hace seis años trabaja en experimentos de búsqueda de esas ondas, señaló que cuando comenzaron los trabajos era como entrar en una mina en la que se sabía que había oro pero no a qué profundidad estaba la veta, y con este hallazgo se establece la profundidad a la que está el mineral.

En un trabajo importantísimo y riguroso que deberá ser corroborado, dijo Rafael Rebolo, quien comentó que en Europa hay un experimento, Quijote, liderado por el IAC y que desde tierra también busca esas ondas primordiales.

Recordó que el satélite europeo Planck, en el que participa el IAC, ha finalizado su búsqueda y ahora durante aproximadamente un año se analizará la información obtenida, mientras que Quijote está en funcionamiento y proseguirá tomando datos.